Museo Nacional de Arte

Isaac




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Isaac

Isaac

Artista: EPITACIO CALVO   (1832 - 1895)

Fecha: ca. 1861
Técnica: Yeso patinado
Tipo de objeto: Escultura
Créditos: Museo Nacional de Arte, INBA Acervo Constitutivo, 1982
Descripción

Descripción

 

Un adolescente, vestido con túnica corta y descalzo, rodea con ambas manos un haz de leña que descansa sobre una roca, situada a la izquierda del espectador.


 

Comentario

Figuró en la duodécima exposición de la Academia de San Carlos (enero de 1862), habiéndola remitido su autor desde Roma, donde se hallaba estudiando, pensionado, desde 1854. El catálogo la describe así

 

 

El asunto proviene del Génesis (22, 1-19; en especial los versículos 7 y 8). Por orden de Abraham, Isaac dispone la leña para el sacrificio, ignorante de que él mismo es la víctima a punto de ser inmolada por su padre. El tema de la inocencia sacrificada ejercía un atractivo singular sobre la sensibilidad  romántica; de allí la popularidad de figuras bíblicas como Abel, Isaac e Ismael, tanto en el arte europeo como en el mexicano.

 

Por otra parte, esta historia posee un intenso dramatismo, sobre todo si se considera que Isaac era el único vástago que había engendrado un Abraham ya centenario, con su también anciana esposa Sara: era, pues, un hijo intensamente deseado y pedido, sobre el que Yavé le había hecho al padre muy halagüeñas promesas. Admira, pues, la fe y la obediencia ciegas de que Abraham dio prueba al no dudar en sacrificar a ese hijo unigénito tan amado para cumplir con un mandato divino (ya se sabe, la historia tiene un final feliz: convencido Yavé de la fidelidad de su siervo, le ordena detenerse cuando éste estaba a punto de degollar a Isaac). Es también un episodio rico en simbolismos tipológicos; en particular, la resignada aceptación de Isaac de su propio sacrificio, lo convirtió en una prefiguración de Cristo, sumiso a la voluntad de su Padre.

La historia de Abraham e Isaac fue representada al menos tres veces, entre 1856 y 1861, por discípulos de Clavé y de Vilar (Abraham conduciendo a Isaac al sacrificio, de José Salomé Pina; Sacrificio de Isaac, de Santiago Rebull, y este Isaac escultórico). Calvo se redujo a presentarnos a Isaac, la víctima inocente y vulnerable, como punto focal que compendia el drama bíblico: excita así la contemplación compasiva y los sentimientos piadosos del espectador. Desde una perspectiva contemporánea, no es difícil que la obra produzca más bien indignación por el autoritarismo patriarcal, con absoluto poder sobre la vida y de la muerte, que semejante sacrificio entrañaría. Pero, en un contexto conservador como el que prevalecía mediados del siglo XIX, el sometimiento tanto de Abraham como de Isaac ante lo que asumían como una voluntad superior, su sentido de la obediencia a toda cosa, parece haber tenido un eficaz propósito edificante.

En lo formal, la estatua de Calvo sugiere una influencia del neoflorentinismo europeo (es decir, de la tendencia a recrear el estilo de la escultura más esbelta y deicada del Quattrocento florentino, ejemplificada en el célebre David, de Donatello). Con todo, la crítica contemporánea percibió más bien un seguimiento ceñido de las premisas clásicas: el anónimo comentarista que hizo la reseña de la duodécima exposición para el periódico liberal El Siglo Diez y Nueve observaba

 

 

La escultura, como envío de pensionado, se quedó en la Academia. Curiosamente aparece consignada en el avalúo de 1867; Manuel Revilla, en el boceto del Catálogo de 1905 la registra con el número 253