Museo Nacional de Arte

Una burla al amor




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Una burla al amor

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Una burla al amor

Artista: GABRIEL GUERRA   (1847 - 1893)

Fecha: 1877
Técnica: Yeso patinado
Tipo de objeto: Escultura
Créditos: Museo Nacional de Arte, INBA Acervo Constitutivo, 1982
Descripción

Descripción

Una mujer desnudo, ninfa o diosa antigua, parcialmente cubierta por un amplio paña y sentada sobre un tocón o tronco, cubre con los dedos de sumano derecha los ojos cerrados de un pequeño Cupido, de pie, quien lucha por desairse. La mujer esconde, en la mano izquierda, tres dardos que le ha quitado al traviedo y voluntaruioso niño.

 

Comentario

Este grupo escultórico, que causa una genuina sensiblidad plástica en su autor, fue expuesto en 1877 bajo el título de La ninfa y el amor, Más tarde se la ha conocido bajo otra designación más popular. Venus y el amor; tambíen se le conoce como Una burla del amor. Trátese de una ninfa, o de Venus, la estatua alude a un tópico de la Antigüedad clásica difundido en poemas y representaciones plásticas: el escarmiento de Cupido, a quien diosas o ninfas le esconden, le roban, le rompen o le queman sus peligrosas dardos, origen de tantos deleites y tormentos que nadie perdona, ni aun su propia madre.

Suela afirmarse que una burla al amor es el primer desnudo escultórico femenino ejecutado en México: en rigor ento no es así y ni siquiera es la primer acomposición original de esta naturaleza, ya se habian expuesto en la Acade,mi, algunos desnudos femeninos como la BVenus medicea, de Bellido, la Venbus de Pietro Galli ejecutada en Roma por el pensionado Tomás Pérez. además de que se adquirió par alas galerias Psiquis desmayada, una estatua en mármol del reputado maestro italiano Tenerani que había sido expuesta en 1852

 

Gabriel Guerra obtuvo el primer premio en el ramod e la escultura en el año de 1877 de allí que la obra se haya quedado en la escula para enriquecer sus galerías. En 1893 el propio Guerra mandó hacer, el taller de fundición de Tomás Carandente, un vaciado en bronce de este grupo escultórico para remitirlo a la Exposición Colombina celebrada en Chicago ese mismo año, esta versión se encuentra actualmente decorando la escalera del Museo de la Ciudad de México

 

Gabriel Guerra fue uno de los escultores más representativos de la Escuela Nacional de Bellas Artes (Academia de San Carlos) del último tercio del siglo XIX. En sus trabajos académico-formativos, como en aquellos encargos posteriores: particulares y oficiales ¿por ejemplo, algunos de los grupos decorativos del Paseo de la Reforma-, se registran los cambios temáticos y los progresos de orden técnico que experimentó la disciplina desde la sobriedad compositiva clasicista de la primera mitad del siglo, hasta la sensualidad y ligereza de formas de la escultura ¿modernista¿, en los tiempos finiseculares.

Este grupo escultórico se presentó en la XVIII Exposición de la Academia de San Carlos que se verificó en 1877, bajo el título de La ninfa y el amor, consiguiendo el primer lugar del ramo. A raíz de entonces, se han popularizado otras designaciones, como: Venus y el Amor y Una burla al Amor. En todo caso, los títulos aluden a ciertos personajes fantásticos de la mitología grecolatina. Se trata de la hermosa Diana o Venus, relacionada con el amor y madre de Eros o Cupido, un travieso y pequeño ser que con sus flechas provoca el enamoramiento entre sus víctimas terrenales.

En la pieza, la divinidad semidesnuda y sentada sobre un tronco -evidenciando con la perfección anatómica los cursos de dibujo de figura ante modelos naturales- con maternal delicadeza, posa su diestra sobre la frente y ojos del pequeño, quien inclina su cabeza y provoca la ondulación dinámica de su cuerpo infante, y con la zurda lo ha despojado de sus letales flechas que tantos deleites, tormentos y pasiones originan. El pequeño, en actitud de rabieta, poco puede hacer para recuperar sus dardos.

En esta obra genuina, de una sensibilidad exquisita, el artista dio concreción plástica a un pasaje literario de la Antigüedad clásica: el escarmiento que Venus le aplicó a su hijo, luego que ella accidentalmente experimentara los efectos al herirse con una flecha de Cupido, lo que provocó que quedara prendidamente enamorada de Adonis. La obra ingresó al Museo como parte de su acervo constitutivo en 1982, y es evidente la asociación de la pieza con la pintura de Manuel Ocaranza, Travesuras del amor, de la misma época.