Museo Nacional de Arte

Desnudo de mujer sentada




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Desnudo de mujer sentada

David Álvarez Lopezlena

Desnudo de mujer sentada

Artista: IGNACIO ASÚNSOLO   (1890 - 1965)

Fecha: s/f
Técnica: Yeso
Tipo de objeto: Escultura
Créditos: Museo Nacional de Arte, INBA Donación Mireille Asúnsolo de Rojo, 1990
Descripción

Imagen localizada en el catálogo de la exposición página 45

Descripción:

"Al regresar a México, aunque su proceso se bifurca al integrarse a los trabajos de encargo de obra pública que empezarían a fluir y que su economía requería, su actitud formal no se modifica. Justino Fernández señalaba por ejemplo: "A nuestro modo de ver, a Asúnsolo, cuando hace su escultura realista, le falta emoción y sus estilizaciones no puede decirse que acusen originalidad", a pesar de que años más tarde modificó su postura y fue más elogioso, el crítico no pareció considerar en ese momento que el proyecto escultórico a que se refería no se sustentaba en la emoción ni en la originalidad, que para decir lo menos no son necesariamente virtudes. Ese desprendimiento propio de su quehacer como escultor es una de las virtudes que le otorga definición local antes que sus temas y que acelera su integración al arte del siglo XX. Por alguna razón se tiende a creer que la importancia, la fuerza o la calidad de una escultura está vinculada a su potencial para mostrar emoción, cuando es justamente lo contrario; es en su desprendimiento del aspecto emotivo que se transmite emoción. La escultura no deja de ser un objeto inerte: piedra, madera, bronce –con toda la vida interior, real o metafórica-, que dichos materiales puedan encerrar-, la emoción está ligada al observador. En el caso de los retratos, la semejanza no basta para que implique emoción "que es ante todo y por principio un accidente", y si emoción hay, se encuentra en la presencia del observador que la percibe. Nada más fácil en escultura que confundir un efecto emocional con la emoción misma. Es en la materia y en aquello que el escultor añade a través del modelado o sustrae a través de la talla, donde la escultura encuentra su razón de ser.

Sus desnudos (FIGS. 21, 42 y 43) y sus figura sentadas (FIGS. 45 y 46), por ejemplo, modeladas añadiendo materia a una estructura básica mínima que las fortalece, son formalmente contenidas, que sean armoniosas o graciosas no altera la distancia y el desprendimiento conceptual. Tampoco podemos confundir la infinidad de figuritas que son sólo ejercicios táctiles, sin pretensión de escultura terminada o de voluntad expresiva, solamente por el atractivo que su efecto puede producir en el espectador. Sin embargo esas figuras, algunas de forma apenas sugerida, muestran una libertad que depende, si acaso, del gusto táctil y de un hombre libre no está tan sujeto a lo inmediato, mantiene distancia hacia la naturaleza y hacia cualquier cosa que pueda vulnerarlo, una vez más aquello que entendemos por su desapego."

(Zuñiga Laborde, Ariel, 2013, p. 46)