Descripción
Un sátiro, sentado en un peñasco, murmura un mal consejo en los oído de un adolescente alado que esta de pie, a la derecha del priemro. El sátiro teine un cuerpo pelanemtne humano, a excepción de sus orejas puntiaguda, de las puntas de unos cuernos que emergen discretamente de entre su hursuta cabellera y de un rabito en la base de su espalda, elementos que aluden a la naturaleza capurna, bestial, de esta híbrida criatura mitológica; va parcialmente cubiertno con la piel desnuda. el amor sostienecon sus manos, a la altura del estomago, los pliegues de su túnica que se le hja deslizado de los hombros, no es factible afirmar a ciencia ciera si envuelto en dichos pliegues lleva algo, ha quedado suspendido en una saliente de la roca en dodne el sátiro está sentado, y es perfectamente visible en la cara posteior de la escultura;: por su disposición y tamaño tiene una indudable y sorpendente apariencia fálica.
Comentario
El amor obtenido por medios emrcenariaos fue un asunso muy usial en la literatura moralista del siglo del atanto por ciento. Noreña incorporó aquí esta idea mediante una refencia mítico-alegórica y la subrayó a medias en la ambigua descripción publica en el catálogo de la vigésima exposición de la Escauna Ncional de bellas Artes. Para entonces, Noreña fungía como prfoesor de escultura de la Academia. La estatua que él cedía a la isntitución había relaizada cunco años antes, como cosnta por al fehca y la firma estampadas por el autor sobre la roca en que el sátiro se halla sentado. No sabemos aciencia ciertya los motivos por los que estye grupo escultórico no figuró en alguna exposición previa, Podría tratarse acoasa d euna cuestión de censura o autocensura. En efecto, la estaua posee una fuerte dosis de sugenencia homoeróticas. Es muy probable que oreña haya encoentrado inspiración iconográfica y compositiva en un grupo helenístico que represnta a Pan y Olimpo y del que existen varias versones en museos Europeos. En quellas esculturas, el contenido pederástico es muy explícito, comlo lopone de manifiesto la erección del miembro sátiro
Dos criaturas de la mitología griega, un sátiro y un cupido adolescente, interactúan en este grupo escultórico de la segunda mitad del siglo XIX. A pesar del tema clásico, el artista abandonó la severidad y el estatismo del neoclasicismo, por la individualidad que expresa una sensualidad con fuertes cargas eróticas. La ondulación de las formas remite a un Romanticismo que apuntaló en la fuerza de la representación de las emociones turbadoras.
Bajo este tenor e ideología de mayor apertura y tolerancia, la renovación estilística se dejó sentir en la Escuela Nacional de Bellas Artes (Antigua Academia de San Carlos) lo mismo entre los profesores de escultura tales como Miguel Noreña, como entre sus discípulos: Gabriel Guerra.
El sátiro de Noreña, con orejas puntiagudas y cuernos que aluden a su naturaleza híbrida bestial, está apenas cubierto en sus partes íntimas por una piel lanuda y, sentado sobre un peñasco, se aproxima y abraza al cupido alado para murmurarle al oído un mal consejo, tal como lo expresan ambos rostros.
Lo que importa realsta es cómo, para los años setenta, la escultura en México deba muestras d euna neuva, enequívoca actitud de mayor apertura y tolerancia por loq ue se refiere a los límites de lo representable: no en balde, Noreña modelaba su Sátiro y el Amor, ofreciendo una interpretacion sui generis del legado clásico, mientras que sus discípulos se lanzaban ya a la representación del denudo femenino, so pretexto de los asuntos mitológicos. Así Schultz presentó en la decimoséptima exposición una Diana sorpendida en el baño por Acteón, mientras que Guerra opfrecería su Burla al maor en 1877.
La naturaleza pasional y desmedida del sátiro corrompe al sincero Amor-Cupido, y le manifiesta -según las lecturas de la época- que se puede obtener un romance sin usar sus flechas, y que basta con el poder del dinero y la compra del deseo que raya en el interés inmoral.
Por las asociaciones homoeróticas de la pieza, es probable que en su momento haya sido censurada. Cinco años después de su realización se exhibió en la 20ª exposición de la Escuela Nacional de Bellas Artes de 1881. Ingresó al Museo en 1982 como parte de su acervo constitutivo.