Museo Nacional de Arte

El Rey Wamba rehusa la corona y es amenazado por uno de sus electores




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El Rey Wamba rehusa la corona y es amenazado por uno de sus electores

El Rey Wamba rehusa la corona y es amenazado por uno de sus electores

Artista: PEDRO PATIÑO IXTOLINQUE   (1774 - 1835)

Fecha: 1817
Técnica: Modelado en barro
Tipo de objeto: Escultura
Créditos: Museo Nacional de Arte, INBA Acervo Constitutivo, 1982
Descripción

Descripción

En este relieve formado por tres planos, se aprecia un conjunto de quince personajes y dos personificaciones iconológicas alojadas en los nichos del muro: la Templanza y la Prudencia. Cobijado por estas figuras, el caudillo Wamba se mantiene firme en su decisión de renunciar a la corona, ante la amenaza de otro jefe militar que empuña una espada en actitud conminatoria. En la parte derecha de la composición se ha dispuesto un estrado bajo un gran cortinaje plegado, allí luce el escudo de armas de lo que con el tiempo sería el reino de Castilla, y un sitial y una mesa con paño y un cojín donde se exhibe la corona. En torno a la mesa se halla un grupo de ancianos parlamentarios que deliberan entre sí, confundidos por la respuesta negativa de Wamba para convertirse en rey. La gestualidad de los personajes establece distintas relaciones y en ellos asoman expresiones de perplejidad, desconcierto, angustia y enojo. Wamba, que con un gesto protagónico se lleva una mano al pecho mientras con la otra recoge su capa, es el único que muestra, con su decisión, serenidad y aplomo.

Comentario

También llamado por Manuel Revilla La proclamación del rey Wamba, este pequeño relieve modelado en escayola es una obra que, como composición original, su autor presentó el 18 de enero de 1817 para obtener el título de "académico de mérito" ante el claustro de profesores de la Real Academia de San Carlos. Luego de tres decenios de estudios, pensiones y comisiones realizadas bajo la tutela de Manuel Tolsá, Patiño hizo esta pretensión escolar, la que curiosamente le fue otorgada al mes de haber muerto su maestro. Lo hizo junto con otro relieve presentado como prueba de "repentino", igualmente modelado en barro blanco y que efectuó a la vista de sus examinadores: El sacrificio de Abraham. La Junta Gubernamental y Académica le concedió el título, no obstante la objeción de uno de sus miembros que interpuso una queja absurda, al margen de los estatutos y sin procedencia legal (alegaba la ascendencia indígena del candidato) y que, según él, lo inhabilitaba para recibir el título que se daba paralelamente de "caballero del rey", sin considerar, acaso, que los indios nobles como Patiño también fueron distinguidos desde la conquista como "hijosdalgos".

  El tema seleccionado procede de un pasaje de la historia medieval temprana de España, referido por el padre Juan de Mariana en su Historia general de España de 1601 y que alrededor de 1780 se reimprimió en Valencia (libro VI, capítulo 12). A la muerte del rey Recesvinto en el año 672, Wamba fue proclamado por un grupo de parlamentarios para la sucesión al trono. Este hombre, cuya virtud principal era la modestia, renunció a la corona no sólo en razón de ella sino del bien público y no obstante sus cualidades militares y el buen juicio que le asistía. Ante esa negativa, "un capitán principal le argumentó a punta de espada que ninguno debe con color de modestia tener en más su reposo particular que el pro común de todos". No sobra decir que los libros del padre Mariana figuraban entre las solicitudes hechas por el director Jerónimo Antonio Gil a la metrópoli en 1782 y que él mismo poseía entre los títulos de su casa.

  Pero hay que reconocer que el asunto impuesto al alumno era ciertamente un esquema escolar, de suyo con inspiración declamatoria y por lo tanto muy apropiado para el caso: desde 1754 en la Academia de San Fernando de Madrid la historia del rey Wamba estaba propuesta para examen "de pensado", es decir, para ser realizada en un plazo de seis meses. Para probar sus dotes compositivas y la correcta traducción que se podía hacer del discurso heroico, este ensayo resultaba para el aspirante "un modelo similar a [los bocetos de] la pintura de historia, si bien el escultor componía en tres dimensiones y mediante el empleo del alto, el medio y bajo relieve". Otra posibilidad era que el alumno pusiera allí en práctica sus conocimientos acerca del lenguaje simbólico, especialmente cuando asociaba al protagonista con las personificaciones morales tomadas de la Iconología de Cesare Ripa.

  Sin embargo, en el contexto ideológico tardo novohispano, este pasaje también puede ser considerado como un alegato en favor del constitucionalismo y que cuestionaba el derecho divino de la monarquía absoluta en su acceso al poder. Fausto Ramírez ha señalado la significación política que entonces revestía este asunto: "En la segunda década del siglo XVIII, la figura de Wamba cobró singular interpretación simbólica entre liberales de España y América que estaban en contra del absolutismo monárquico, ya que parecía confirmar la teoría de los precedentes visigodos del constitucionalismo hispánico y fue por ello esgrimida en los debates para definir los principios de la Constitución de Cádiz. Si se recuerda que las disposiciones gaditanas (impugnadas por Fernando VII y los monárquicos recalcitrantes) defendían una relativa autonomía de las provincias americanas, podemos entender que el asunto tratado por Patiño Ixtolinque no era en absoluto ajeno ¿ como a  primera vista podría pensarse¿ a inquietudes propias de la realidad histórica de su tiempo." Esta lectura nos resulta doblemente sugerente habida cuenta de las supuestas simpatías que mantuvo Patiño Ixtolinque una vez comenzada la guerra de emancipación nacional.

  La obra fue restaurada en 1979 cuando pertenecía al Museo de San Carlos. Forma parte del acervo constitutivo del Museo Nacional de Arte desde su fundación en 1982.