A la sombra de un par de ahuehuetes
cercanos al bosque de Chapultepec, que ocupan la mitad izquierda de la
composición, un par de peones sentados en el suelo se disponen a tomar el
almuerzo que, en una canasta, les ofrece una muchachita de falda roja y rebozo
azul. A la derecha de ellos, un poco más atrás, una mujer se inclina para
llenar una jarra con el agua que por allí corre formando un arroyo. Un gran
árbol caído, con las raíces al aire y una rama desgajada, cierra el primer
término por la derecha; al lado de este árbol se aleja una mujer cargada de
leña, seguida por una niña. Más allá, en un terreno más bajo, se extiende un
campo de labranza poblado por algunas figuritas, a saber: un campesino guiando
una yunta de bueyes a la izquierda y dos muchachos corriendo en dirección
contraria a la derecha, uno de ellos montado en un burro; todavía más atrás,
varias cabezas de ganado pacen por el campo. La composición queda cerrada por
las instalaciones del Molino del Rey, circundadas por una larga tapia. A la derecha
se alza el antiguo molino de pólvora, o del Rey, un edificio de blancas paredes
y techo rojo a dos aguas; a la izquierda, y semioculto por los ahuehuetes, un
edificio mucho mayor, de varios pisos horadados por filas regulares de
ventanas, construido de rojo tezontle y provisto también con un techo a dos
aguas: era un molino de trigo. Entre uno y otro edificios se prolonga al sesgo
la arquería de un acueducto, cortada del lado izquierdo. Más atrás se ven las
crestas de una cordillera. Densos cúmulos blancos cubren el vasto cielo.
En 1883, José María Roa Bárcena
describió los edificios del Molino del Rey, tal como se encontraban en 1847, de
la siguiente manera:
Los edificios de Molino del Rey
forman dos secciones ligadas por medio de un acueducto, y consistentes la una
en el molino de trigo del Salvador, que es el más elevado e inclinado hacia el
sur, y la otra en el antiguo molino de pólvora o del Rey, local ya por entonces
[1847] destinado a la fundición de artillería. Son espaciosos y de muy sólida
construcción de tezontle estos edificios, y del lado que ve a Tacubaya están
algo protegidos por las lomas.1
Esta descripción permite la
identificación de los dos molinos representados, si se tiene en cuenta además
que, por estar la vista tomada desde Chapultepec, el sur cae a la izquierda de
la tela.
En la decimoprimera exposición
de la Academia de San Carlos (1858), Luis Coto presentó "dos paisajes del
bosque de Chapultepec". Uno de ellos se titulaba Bosque del
colegio militar de Chapultepec y la entrada correspondiente del
catálogo lo describe como sigue:
Forman el primer término un grupo de
ahuehuetes y algunos matorrales; en el centro hay varias figuras en diferentes
direcciones, llevando unas, leña para el colegio y otras
recogiendo heno; el fondo queda cerrado por grupos de árboles, y el
acueducto que conduce las aguas a México.2
El otro era la Vista de
Molino del Rey... aquí descrita.3 Las dos composiciones compartían
algunos elementos comunes, por ejemplo, su adscripción al "género
Bosques" (según la clasificación de Landesio) y la
presencia de ahuehuetes y acueductos, así como de figuras
cargadas con leña formando parte del "episodio".4 Una afinidad
más sutil y problemática es que ambas eludieron por principio
las connotaciones heroicas que aquellos sitios evocaban: Chapultepec, por la
defensa que de la fortaleza y colegio hicieron, el 13 de
septiembre de 1847, los cadetes que allí estudiaban en tiempos de la guerra
contra la intervención norteamericana; Molino del Rey, por haber sido teatro de
una de las más sangrientas acciones militares de aquella misma guerra, librada
poco antes que el asedio a Chapultepec, el día 8 de septiembre.
Bien es verdad que Coto pintó
estas telas once años después. Pero la memoria de aquellas acciones heroicas
estaba fresca: en febrero de 1856, el presidente Ignacio Comonfort decretó la
construcción de un monumento conmemorativo de los militares caídos en Molino
del Rey (al igual que otro, de diseño semejante, frente al convento de
Churubusco, donde se libró otra batalla memorable contra las tropas invasoras,
el 20 de agosto de 1847).
El monumento de Molino del Rey fue
erigido con celeridad: el 22 de agosto se colocó la primera piedra y el 8 de
septiembre fue inaugurado en una solemne ceremonia, ampliamente cubierta por la
prensa capitalina.5 Sin embargo, no aparece representado en la pintura de Coto en virtud de
que el joven artista se colocó en la parte opuesta a la explanada punteada de
magueyales en donde el monumento fue erigido.
La serena impresión pastoral que
el cuadro transmite niega la memoria explícita de la guerra. Cabría la duda de
si el árbol caído y el acueducto en ruinas (al parecer, una licencia que se
permitió el pintor, pues no hay evidencia gráfica ni escrita de que la arquería
haya sido destruida en la batalla)6 tuvieran por objeto suscitar
evocaciones de los desastres bélicos; con todo, se antoja más lógico
explicarlos como una referencia al paisaje clasicista de tradición arcádica o
pastoral, trasvasado al ámbito del valle de México por obra y gracia del
magisterio landesiano. En medio del tumulto de una nueva guerra, ahora civil
pero igualmente sangrienta, la de Reforma, que habría de durar tres años (18 -
1861), esta pintura omite toda alusión inquietante y se instala en una placidez
intemporal y en la certeza de que la vida resurge conforme a un ciclo sin fin.
También acusa la influencia de
Landesio el marcado claroscuro que preside las relaciones espaciales, con un
primer término muy cargado de sombras y los subsecuentes francamente
iluminados. Como era lo habitual, el episodio se localiza en el plano de ingreso,
en la zona de penumbra; de esta manera, si bien se impone por su cercanía y por
su carácter narrativo, no retiene en exceso la mirada del espectador que puede
así explayarse en la amplitud del paisaje. Además, los linderos de las áreas
sombreadas determinan por lo regular empujes diagonales que, combinados con
otros elementos constitutivos del paisaje (en este caso, por ejemplo, las
líneas del árbol caído y la fuga de la cerca del molino y del acueducto hacia
el fondo de la composición), contribuyen a guiar el recorrido visual a través
del espacio pictórico.
Este par de cuadros,
"tomados del natural", le merecieron a Coto el segundo premio en la
clase de paisaje y perspectiva.7 En enero de 1859, la Vista de Molino
del Rey pasó a formar parte de la galería de la Academia,
en virtud de habérsele adjudicado en la rifa de la exposición;8 el Bosque
del Colegio Militar en Chapultepec fue adquirido, como obra premiada,
en esa misma fecha.9 Fueron remitidos, ambos, a la Exposición Universal de Nueva
Orléans en 1884.10
Se integraron al Museo Nacional de Arte
como parte de su acervo constitutivo.
[Fausto Ramírez]
NOTAS
1 José María Roa Barcena, Recuerdos
de la invasión norteamericana (1846-1848), 3 tomos,
México, Porrúa, 1971, t. III, p. 10.
2 Manuel Romero de Terreros (ed.), Catálogos
de las exposiciones de la antigua Academia de San Carlos de México (1850-1898), México, IIE-UNAM,
1963, p. 306, núm. 2.
3 La descripción que trae el catálogo
dice: "Vista de Molino del Rey tomada desde Chapultepec, original. A la
sombra de unos ahuehuetes dos peones se preparan a tomar el almuerzo que trae
una muchachilla; en segundo término se ven algunas figuritas esparcidas, unas
llevando leña y otros trabajando con el arado: y cierran el fondo los molinos
de San Salvador y del Rey con las ruinas de un acueducto y la cordillera"
(ibid., p. 306, núm. 1).
4 Landesio distinguía dos elementos
constitutivos en todo paisaje: la localidad y el episodio. La localidad se
refería al tipo de entorno (celajes, follaje, terrenos, aguas, edificios),
mientras que el episodio describía los diferentes grupos figurativos que le
daban escala, interés narrativo y densidad histórica o atractivo
"pintoresco" (historia, escenas populares, escenas militares, escenas
familiares, retratos y animales); véase Eugenio Landesio, "La pintura
general o de paisaje y de perspectiva, en la Academia de San Carlos" (1 866), en Memoria, México,
Museo Nacional de Arte, INBA, núm. 4, 1992, pp. 70-79, y
en especial la p. 70. La obra de Coto que nos ocupa recibe una
breve referencia clasificatoria en este escrito fundamental de Landesio:
".. .dos cuadros del género Bosques, tomados en Chapultepec, con episodio
de costumbres" (p. 74).
5 Sobre este monumento puede
consultarse el trabajo de María Elena Salas Cuesta (coord.), Molino del
Rey: historia de un monumento, México, Instituto Nacional de
Antropología e Historia, 1988 (Colección Científica).