Museo Nacional de Arte

Valle de México visto desde el cerro del Tenayo




Búsqueda Avanzada

Valle de México visto desde el cerro del Tenayo

Valle de México visto desde el cerro del Tenayo

Artista: JOSÉ MARÍA VELASCO   (1840 - 1912)

Fecha: 1900
Técnica: Óleo sobre tela
Tipo de objeto: Pintura
Créditos: Museo Nacional de Arte, INBA.
Descripción

Imagen localizada en el catálogo de la exposición página 66-67

Descripción:

"En 1882, Velasco advertía: "Los naturalistas extranjeros han trabajado mucho para dar a conocer la naturaleza de México en sus diversos ramos, al grado que se experimenta cierta pena por lo muy poco que hacemos". Con todo, la aportación de la flora del pintor mexiquense es enlistada por Nicolás León en su Biblioteca Botánico-Mexicana de 1895. Esta inclinación por advertir a detalle la identidad espacial, determinó su concepción plástica.

Por ello, no es casual que, además de sus trabajos científicos, fuera minucioso en sus paisajes al dibujo, acuarela o al óleo, incluyendo detalles que sugerían una valoración y memoria del espacio propio. En Bosque de Pacho (1875), Puente curvo del Ferrocarril Mexicano en la cañada de Metlac (1881), (FIG. 33) Cárdon (1887), (FIG. 45) Vista de la fábrica de hilados La Carolina (1887), Volcán de Orizaba desde la Hacienda de San Miguelito (1892), Hacienda de Chimalpa (1892) (FIG. 37) y Cañada de Metlac (1897), (FIG. 34) aparecen de manera notable helechos, enredaderas, mafafas, liquidámbar, hojas de corazón, xerófilas, cladonios, palmas silvestres y encinos, entre otros más. Para él, no existía separación entre estos conocimientos, pues se sirvió del arte para dar claridad a la ciencia y la ciencia para dar veracidad del arte.

Aunque lo pareciera por su rigor científico, Velasco no fue hijo del positivismo, ya que a la vez que representaba detalles orográficos y botánicos que daba a sus obras un carácter de verdad; también alteraba el tamaño de las rocas, movía sutilmente la ubicación de los volcanes y ponía vegetación donde no la había. Con todo, el valle parecía ser como lo pintó, pero más animado por estas variaciones que su espíritu le otorgaba.

Las vistas del valle de Velasco fueron asimiladas con entusiasmo por los grupos acomodados en el poder. Se encontraban a gusto con esta imagen del valle, de vastedad y su centro. Ese paisaje equilibrado donde desaparecían los conflictos políticos y sociales, con la pureza natural del aire, se convirtió en una visión utópica de armonía, en una ficción que aprovechó el Porfiriato para captar la mirada de capitalistas en las exposiciones internacionales de París (1889) y Chicago (1893) y en la Exposición de Aguascalientes (1891) y la de Bellas Artes del Círculo Católico de Puebla (1900).

Velasco realizó óleos con otros entornos provinciales, pero también continuó con sus valles. Sus pinturas tituladas Valle de México desde el río de los Morales (1891), (FIG. 13) Valle de México desde el cerro del Tepeyac (1894, 1901, 1905), Valle de México desde el Molino del Rey (1895, 1898 y 1900), (FIG. 31) Vista de la Fábrica de Hilados de la Carolina (1880, 1887), Volcán de Orizaba desde la Hacienda de San Miguelito (1891), Hacienda de Chimalpa (1893), Hacienda de Coapa y los volcanes (1897) y Cañada de Metlac (1897), exponían a un país con identidad. La incorporación del ferrocarril y los sembradíos extensos mostraban la modernidad en unidad con la tradición de las haciendas triunfantes. El engrandecimiento del espacio y la monumentalidad de los volcanes, exhiben una mirada que inicia de la periferia al centro, donde el poder se muestra con una perspectiva de vastedad y distancia y, al mismo tiempo, de simbólica aglutinación de economía y sociedad."

(Reséndiz Rodea, Andrés, 2013, p. 23, 33)