Museo Nacional de Arte

La dádiva




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La dádiva

La dádiva

Artista: ÁNGEL ZÁRRAGA Y ARGÜELLES   (1886 - 1946)

Fecha: 1910
Técnica: Óleo sobre tela
Tipo de objeto: Pintura
Créditos: Museo Nacional de Arte, INBA Donación del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, 1991
Descripción

Imagen localizada en el catálogo de la exposición página 91

Descripción:

"La transformación fundamental en la función de la experiencia estética en el siglo XX, que pasa de ser un sostén de las normas sociales a promover una conciencia subversiva y cuestionadora de la objetividad, trasciende también en la manera en que el arte aborda la experiencia corpórea, dando cuenta de sus procesos inconscientes e intersubjetivos y de la diferencia fundamental, a la par con la interdependencia, entre la realidad y las representaciones que aluden a ella en términos metafóricos y simbólicos. En este sentido, el criterio de selección de la obra en esta exposición privilegia aquellos ejemplos en los que la presencia de la imagen del cuerpo no es simplemente una convención mimética, ni su ausencia simplemente una convención abstracta, sino donde se elucidan las diversas formas de experimentar pensar el cuerpo en el México de este siglo, no sólo por medio de la presencia temática del cuerpo sino también de la interacción de las imágenes con nuestros cuerpos, en un acto recíproco de percepción y significación.

La dádiva (1910; fig. 66), de Ángel Zárraga, ejecutada durante la primera estancia europea del artista, refleja su acercamiento a las imágenes del modernismo europeo y la incidencia de éstas en su actualización de la pintura alegórica, por medio de un lenguaje decorativista en el que el cuerpo humano es el principal vehículo simbólico. El contraste entre las edades de los cuerpos alude al cambio de las estaciones: las jóvenes desnudas –sus cuerpos alargados y sinuosos en función del estereotipo modernista– nos refieren al momento de fructificación de la tierra, desde la cual emergen físicamente, erguidas, y con sus frutos entre las manos y a sus pies. Ofrecen un racimo de uvas a los ancianos que las siguen, con sus cuerpos agachados hacia la tierra a la que van a regresar, evocando la manera en que la naturaleza implanta las semillas para una nueva regeneración.

La sugerencia de voyeurismo erótico producida por la exhibición de los cuerpos desnudos, al caerse las telas delgadas que los encubren, es mitigada por el gesto de pudor de la doncella y de recato de los viejos, que bajan los ojos, pero sobre todo por el manejo decorativista de los elementos formales, que produce cierto distanciamiento emotivo y sensorial. Como ha notado acertadamente Fausto Ramírez:

El decorativismo es […] un recurso del que se vale el artista para desrealizar las escenas representadas. Ocurre a menudo que las figuras son vistas y recreadas bajo una óptica naturalista; pero las rodea una atmósfera poetizante que intenta restarles densidad carnal, peso vivo. En ocasiones, el antagonismo entre la realidad fáctica del modelo y la voluntad decorativa y desrealizadora produce una tensión estilística singular.

Griselda Pollock ha comentado algo semejante al relacionar los recursos formales de la pintura prerrafaelista de Dante Gabriel Rossetti con los de la publicidad contemporánea en sus representaciones femeninas: el aplanamiento de la piel, al desvestirla de cualquier evidencia de estructura muscular y ósea, produce figuras etéreas en las que "la mujer", disociada de la mujer de carne y hueso, se convierte en un vehículo de evocación erótica por el detalle y la gestualidad sensual aplicada en el tratamiento de los ojos, la boca, las manos y el pelo.

En la obra de Zárraga, aunque la mujer se asocia simbólicamente con la tierra y su fecundidad, su cuerpo no sugiere la maternidad sino la virginidad; comparte la aparente inocencia de la hija que amamanta a su padre anciano en La caridad romana (1873) de Luis Monroy (fig. 54) comentada por Montserrat Galí en este catálogo. Su cuerpo, entonces, se convierte en un objeto de consumo para el espectador, por arte de los mismos recursos técnicos que convierten la obra en un objeto "decorativo"; en los dos casos se inserta una distancia cuidadosamente medida entre la realidad y la representación, invitando a la fantasía pero no a la acción ni a la interacción corporal."

(Cordero Reiman, Karen, 1998, p. 90-92)