Museo Nacional de Arte

Antesacristía del convento de San Francisco




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Antesacristía del convento de San Francisco

Antesacristía del convento de San Francisco

Artista: EUGENIO LANDESIO   (1810 - 1879)

Fecha: 1855
Técnica: Óleo sobre tela
Tipo de objeto: Pintura
Créditos: Museo Nacional de Arte, INBA Acervo Constitutivo, 1982
Descripción

El italiano Eugenio Landesio llegó a México -procedente de la Academia de San Lucas de Roma- en 1855, para integrarse al profesorado de la Escuela Nacional de San Carlos como catedrático del ramo de pintura de perspectiva, paisaje y ornato.

Paralelo a la reproducción de las localidades campestres y las vistas urbanas, Landesio impulsó un subgénero denominado de ¿Edificios interiores¿ el cual gozó de demanda y popularidad. Esta temática se incorporó al paisaje de ¿perspectiva¿ que representa plazas, calles y edificios relevantes de la historia política, religiosa y cultural del país. Las vistas de interiores recrean un aspecto de la cotidianidad en los recónditos salones urbanos a través de encuadres abiertos, reducción de las figuras y el fino detalle de lo arquitectónico y ornamental.  

En la ciudad de México las construcciones religiosas despuntaban por su monumentalidad y ostentación; eran testimonios de una fuerte devoción católica  y reflejaban los preceptos estilísticos del gusto barroco en general. El convento de la orden de San Francisco era uno de los edificios más grandes e imponentes del México virreinal, conformaba un inmenso cuadrilátero que abarcaba una manzana en los límites occidentales de la capital (sobrevive la capilla de Nuestra Señora de Balvanera, frente al la casa de los Azulejos, en la calle de Madero). Dentro de este colosal solar, se repartían enormes espacios para sus capillas, claustros, celdas, huerto, sacristía y sala capitular

Landesio reprodujo con precisión la antesacristía del monasterio y no escatimó en incluir detalles para abstraer el misticismo del espacio que inspira a un verdadero recogimiento religioso. Se observa un salón con cuatro grupos humanos (frailes y civiles), el cual está inmerso en una penumbra la cual se contrasta con el sugestivo colorido encendido de los rayos solares que, rasantes, iluminan el claustro hacia el segundo plano, creando un esplendido efecto de luz y sombra.

El registro de la intensa vida religiosa en Hispanoamérica no escapaba a la mirada de los europeos, situación poco habitual para entonces en sus localidades. Antes que Landesio, el italiano Pedro Gualdi y el inglés John Phillips, entre otros, ya habían plasmado en un documento artístico este fervor popular de carácter religioso vinculado con sus edificios. La obra se Exhibió en la VIII exposición anual de la antigua Academia de San Carlos y pasó a formar parte de la institución. Ingresó al Museo en 1982, procedente del Museo de San Carlos.

[Víctor Rodríguez Rangel]

El pintor se ha colocado en el único muro ciego de la antesacristía, que daba al oriente, y desde ahí describe la arquitectura y la decoración del lugar, así como los diversos grupos que ahí se encuentran. Al espacio de la antesacristía concurrían tres circulaciones: una proveniente de la iglesia mayor, frente a ésta la entrada a la sacristía y una tercera que conducía a través de un arco al claustro central, al final del cual se percibe la portería que daba a un claustro exterior, donde se hallaban los cuadros relativos a san Sebastián de Aparicio.

  El grupo principal lo constituye un sacerdote vestido con su alba y cubierto por una capa pluvial, el personaje lleva lentes y parece dirigir la mirada hacia el pintor, delante de él dos frailes de cabeza tonsurada, y vestidos con sus hábitos franciscanos de color azul, portan unos candelabros de una sola vela, al frente del grupo un acólito mueve el incensario. A la entrada de la capilla de fray Antonio Margil de Jesús que conduce al templo mayor, en los escalones, los aguarda un pequeño, formalmente vestido de calle. Otro grupo de frailes se encuentra en la esquina derecha de la antesacristía: uno de pie y dos sentados en la banca, junto a ellos un niño se sienta junto al muro. Dos grupos de cristianos más se encuentran dentro de la antesacristía. En el primer plano vemos a un indígena descalzo, cuyas pertenencias se encuentran en el piso de losetas, quien le muestra a su pequeño el paso del sacerdote. Atrás, debajo del cuadro de La bajada de Jesús al limbo, se encuentra una familia sentada observando al grupo que acaba de entrar. Al cruzar el arco hacia el claustro mayor, la luz que proviene del oriente penetra en el cuadro creando un gran contraste de claroscuro, dos niños juguetean en torno a la tercera columna, al fondo se ve la portería y la luz que observamos allí se debe a que se trata del claustro exterior, donde todavía se perciben unas minúsculas figuras.

  Al fondo de la antesacristía y antes de pasar al claustro, se ve la escalera que conducía a las habitaciones de los frailes, los muros están decorados por un guardapolvo de azulejos con diseño geométrico. Arriba de esta cenefa, que la rodea en toda su extensión, sobre el muro que conduce a la sacristía, hay cuatro pinturas, se aprecia una Dolorosa y un Rey de Burlas. La entrada a la capilla del padre Margil, coronada con un bajorrelieve del Calvario, está adornada por una jamba de piedra labrada; a los lados se encuentran dos pilas de agua bendita. El techo está formado por casetones y vigas.

Descripción

El pintor se ha colocado en el único muro ciego de la antesacristía, que daba al oriente, y desde ahí describe la arquitectura y la decoración del lugar, así como los diversos grupos que ahí se encuentran. Al espacio de la antesacristía concurrían tres circulaciones: una proveniente de la iglesia mayor, frente a ésta la entrada a la sacristía y una tercera que conducía a través de un arco al claustro central, al final del cual se percibe la portería que daba a un claustro exterior, donde se hallaban los cuadros relativos a san Sebastián de Aparicio.

  El grupo principal lo constituye un sacerdote vestido con su alba y cubierto por una capa pluvial, el personaje lleva lentes y parece dirigir la mirada hacia el pintor, delante de él dos frailes de cabeza tonsurada, y vestidos con sus hábitos franciscanos de color azul, portan unos candelabros de una sola vela, al frente del grupo un acólito mueve el incensario. A la entrada de la capilla de fray Antonio Margil de Jesús que conduce al templo mayor, en los escalones, los aguarda un pequeño, formalmente vestido de calle. Otro grupo de frailes se encuentra en la esquina derecha de la antesacristía: uno de pie y dos sentados en la banca, junto a ellos un niño se sienta junto al muro. Dos grupos de cristianos más se encuentran dentro de la antesacristía. En el primer plano vemos a un indígena descalzo, cuyas pertenencias se encuentran en el piso de losetas, quien le muestra a su pequeño el paso del sacerdote. Atrás, debajo del cuadro de La bajada de Jesús al limbo, se encuentra una familia sentada observando al grupo que acaba de entrar. Al cruzar el arco hacia el claustro mayor, la luz que proviene del oriente penetra en el cuadro creando un gran contraste de claroscuro, dos niños juguetean en torno a la tercera columna, al fondo se ve la portería y la luz que observamos allí se debe a que se trata del claustro exterior, donde todavía se perciben unas minúsculas figuras.

  Al fondo de la antesacristía y antes de pasar al claustro, se ve la escalera que conducía a las habitaciones de los frailes, los muros están decorados por un guardapolvo de azulejos con diseño geométrico. Arriba de esta cenefa, que la rodea en toda su extensión, sobre el muro que conduce a la sacristía, hay cuatro pinturas, se aprecia una Dolorosa y un Rey de Burlas. La entrada a la capilla del padre Margil, coronada con un bajorrelieve del Calvario, está adornada por una jamba de piedra labrada; a los lados se encuentran dos pilas de agua bendita. El techo está formado por casetones y vigas.

Comentario

Fue expuesto de la Academia de diciembre de 1 junto con otras ocho obras del mismo autor. Del conjunto sólo éstos dos tenían una temática mexicana, cuatro eran sobre pintura histórica y los cuatro restantes aludían a Roma o a la campiña cercana a ella.

ELcuadro que pintó ese año ¿el de la antesacristía¿ sigue una temática ya utilizada en varias obras por Jesús Cajide y José Jiménez: la vida dentro de los conventos. La tradición de interiores monacales tuvo sus ejemplos correspondientes en Europa durante el siglo XIX.  No conocemos las relaciones de Landesio con las autoridades del convento de San Francisco, sin embargo, no sólo nos dejó una magnífica descripción de lo que ocurre al interior del convento desde la antesacristía, sino que nos provee un sentido retrato del provincial fray Mariano de la Peña, quien porta una gran capa pluvial y dirige su mirada hacia el pintor en el momento que pasa, antes de algún oficio, de la sacristía a la capilla del padre Margil de Jesús, que antecede a la iglesia mayor.7

  Landesio no acudió solo al convento, lo hizo en compañía de sus alumnos. En la misma exposición de diciembre de 1855, José Jiménez presentaría su Vista del pati interior del convento de San Francisco, y Jesús Ponce de León una Vista del claustro de San Francisco tomada desde la sala de profundis y el Interior de la portería de San Francisco.8

  En el cuadro de Landesio vemos sobre los muros de la antesacristía parte de la gran riqueza artística del convento: La bajada de Jesús al limbo, identificado por Manuel Ramírez Aparicio, se encuentra debajo de la escalera; en el muro de entrada a la sacristía cuelga una Dolorosa y del otro lado un Rey de Burlas; sobre éstos hay dos cuadros más que no es posible distinguir.9 En el interior del pórtico hay varios que representan la vida de san Sebastián de Aparicio "estos últimos, como los que estaban en el refectorio y en la anti-sacristía [sic], son de un autor cuyo nombre ignoro y todos, o los más, han sido trasladados a la Academia de las Bellas Artes de San Carlos para enriquecer las galerías de este amable plantel que no lo dudamos recibirá algún día de nuestro gobierno toda la protección que merece".10

 a obra de Eugenio Landesio quedó como un testimonio de cómo se encontraba el convento poco antes de su destrucción, y fue utilizada ampliamente por los medios impresos que se ocuparon de la historia del sitio a través de litografías, las cuales a veces introducían ciertos cambios en el número de figuras, aunque conservando el mismo ángulo.

Landesio no realizó ninguna pintura relativa a la destrucción de los conventos, serían José María Velasco y Gregorio Dumaine quienes dejarían algunos ejemplos de ello. La crítica de la exposición de diciembre de le dedica dos elogiosas páginas a las obras de Landesio. Considera que el primer cuadro que estamos estudiando "está perfectamente imitado" y del segundo nos dice que la "perspectiva atrae todas las miradas y arranca señales de admiración hacia la habilidad del artista. Así la parte arquitectónica, como las figuras humanas y el juego de la luz están manejados de un modo que no se puede mejorar. El sol baña el pavimento de uno de los corredores, y las figuras que se hallan en los términos primero y segundo del cuadro reciben la luz transmitida por el reflejo del sol en el citado corredor: aunque pequeñas tales figuras han sido perfectamente estudiadas y acabadas." Uno de los objetivos de la Academia al comprar los cuadros de Landesio y exponerlos en 1853 fue, como se dijo, que fueran usados como modelos por los alumnos.

Las dos obras aquí estudiadas fueron ampliamente copiadas durante la segunda mitad del siglo XIX. El Puente de San Antonio Chimalistac fue copiado por Agustín Larroche en 1862, y por Luis Coto tres años después. En 1882, Manuel Rivera Cambas incluyó en su México pintoresco, artístico y monumental una litografía del mismo sitio visto desde la otra orilla del arroyo y con algunas variantes en los personajes.Las mujeres, que no podían asistir a la Academia como alumnas regulares pero tenían acceso a las colecciones, copiaron sobre todo los paisajes históricos de corte religioso, a fines de siglo Otilia Rodríguez reprodujo la Antesacristía del convento de San Francisco.

  Éstas fueron las primeras obras realizadas por Landesio en México. El puente de san Antonio en el camino de San Angel, junto a Panzacola pasó a formar parte de la colección de la Academia en el sorteo de suscriptores del 3 de febrero de 1856, en el que la institución habla adquirido 185 acciones.15 La Antesacristía del convento de San Francisco fue comprada por la propia Academia a Landesio en 200 pesos en febrero de 1856.16 Los cuadros de Landesio, a pesar de su temática mexicana, permanecieron en los diversos inventarios clasificados como escuela italiana, separados siempre de la escuela moderna mexicana, la cual estaba conformada por los maestros Clavé y Pina, así como por sus alumnos. El inventario de 1917 valuó en 4 000 pesos, pero el de 1934 solamente en 1 300 pesos respectivamente. forma parte del acervo constitutivo del Museo Nacional de Arte desde 1982.