Descripción
En el primer plano se observa la zona fabril de Sèvres, al lado del lago de Boulogne desde cuya perspectiva se aprecia el perfil constructivo de la cercana ciudad de París. Una zona verde ocupa la mayor parte de la tierra y al fondo se ve el desarrollo de la urbe, de lado a lado del cuadro. Destacan dos alturas: del lado izquierdo, envuelta en bruma la elevación de Montmartre donde puede descubrirse el templo expiatorio dedicado al Sagrado Corazón y del lado derecho la gran construcción industrial de 1889, la torre Eiffel. Entre estos dos elementos se vislumbr an diversas cúpulas y monumentos que con un gran acercamiento podemos distinguir, las dos terceras partes del conjunto lo ocupa un cielo gris, con una nubosidad cargada hacia la izquierda.
Comentario
Francisco Paula de Mendoza nació en Saltillo, Coahuila en 1867, donde su precocidad le permitió ocuparse de las clases de pintura en las escuelas destinadas a mineros y artesanos. Para 1888 ya estudiaba en la Escuela Nacional de Bellas Artes de la ciudad de México como discípulo de José Ma. Velasco. En 1890 obtuvo, el premio de pintura de paisaje lo que lo hizo acreedor a una pensión interna. Sin embargo, dentro de la correspondencia que guarda la escuela, éste se disculpa de no poder asistir a clases pues necesitaba estar en Saltillo, debido a la enfermedad de su madre. En marzo de 1891 renunció a la pensión por haber conseguido otra del gobierno de Coahuila para continuar sus estudios en Europa. A París llegaría en 1891, año de la factura del cuadro. Estando en el viejo continente, viajó a Roma y Madrid dos años después, desde donde le informó al director de la Escuela, Román Lascuráin, que había su obra La Viosne, affluent de l Óise, había sido enviada a la exposición de Chicago, después de haber ganado un tercer premio en la exposición internacional de Madrid y una de oro en la de Aguascalientes de México en 1891, información que seguramente era del conocimiento de Lascuráin. Con referencia a la Vista de Paris dice tener noticias de que se vendió en México, aunque no especifica saber que había sido adquirida por la Academia de San Carlos después de su exhibición en la vigésimo segunda muestra. En el inventario de 1917 Mateo Herrera valuaba la obra en 400 pesos mientras que al Velorio de José Ma. Jara (1889) le otorgaba un valor de 4000 pesos
En su presentación de la XXIIa. exposición de la Academia, donde se mostró la Vista de París Manuel Revilla escribe que ¿Mendoza como discípulo del señor Velasco, que estudia actualmente en Europa, ha olvidado ya el colorido de su antiguo maestro aceptando la tonalidad cenicienta de la mayor parte de los paisajistas franceses. Sin embargo su cuadrito en el que hay finura y asomos de distinción, no desagrada. En efecto el cuadro está alejado del colorido velasquiano y corresponde a uno de los días lluviosos típicos de París, sin embargo el concepto a través del cual se acerca Mendoza al paisaje es utilizando las nuevas formas de visualidad encontradas por Velasco y los paisajistas europeos, al contraponer un primer plano indefinido como si el paisaje se tomara desde una perspectiva aérea. Velasco desarrolló esta manera de concebir el espacio, después de sus viajes a Estados Unidos y del contacto que tuvo con los paisajistas europeos.
El paisaje se inscribe dentro de la modernidad no sólo por la forma de captar el espacio, sino por la temática que desarrolla al mostrar el crecimiento de las zonas fabriles que circundan la antigua ciudad, ésta también llena de hitos de la modernidad. Por un lado la torre Eiffel construida de 1887 a 1889, año en que se inaugura la Exposición Internacional de Paris y el nuevo templo expiatorio del Sacre Coeur en la colina de Montmartre que, desde la edificación de la Basílica, comenzada en 1876 y terminada en 1910, su alta silueta blanca se integra y compite como parte del paisaje con la emblemática alta torre parisina.
La ciudad es vista a lo lejos, sin embargo el pintor tuvo interés en dejar señalizado el perfil de la ciudad decimonónica que todavía ahora puede contemplarse desde ciertas perspectivas. Ello lo logra con una breve y rápida pincelada que el observador sólo capta si se acerca al cuadro adivinando uno u otro edificio. Junto a la torre Eiffel se distingue una gran construcción con dos torres, que en antiguas fotografías, corresponde al Trocadero derribado en 1906. En las proximidades se aprecia la cúpula de la iglesia del Duomo perteneciente al conjunto del Hospital de los Inválidos, iglesia secularizada después de la Revolución francesa y en donde tuvieron lugar los funerales de Napoleón el 15 de diciembre de 1840. Un poco más lejos se observa la Ópera construida por Charles Garnier y el Arco del Triunfo, erigido por el emperador en 1806, las dos torres de Notre Dame, cuya fábrica data de 1163, así como la cúpula del Instituto de Francia, edificación comenzada en 1663. No se trata de un cuadro en el que se ubique de manera precisa cada uno de estos lugares, pero si deja constancia de esta unión entre la tradición y la modernidad. Constata la impresión que debió tener Mendoza en esa ciudad recién renovada por Haussman y en donde las miradas por los ejes marcados encontraban esos hitos arquitectónicos. Ellos se complementan con la punta del Obelisco de la Concordia, a la vez que las dos torres de Saint Germain de Près y la cúpula del Panteón que en tiempos de Luis XV se convirtió en la iglesia de Santa Genoveva y que en 1791 fue secularizada para servir de tumba a los grandes hombres de la época revolucionaria. La especificidad de cada construcción no puede ser determinada, simplemente por lo pequeño del espacio que ocupa la pincelada que las describe en el total del cuadro.
Mendoza regresó a México en 1894. Cinco años más tarde ocupaba el interinato de la clase de acuarela en la Escuela Nacional de Bellas Artes, donde fue conservador de la galería de grabado hasta 1916. Impartió clases en el Colegio Militar, La Escuela Práctica de Ingenieros Mecánicos y Electricistas y en el Estado Mayor de la Secretaría de Guerra y Marina. En el Palacio Nacional se encuentran dos de las pinturas más conocidas del artista: La batalla del 5 de mayo (1907) y La Batalla de la Carbonera (1910). Hacia 1935 pintó por encargo de Lázaro Cárdenas algunos óleos relativos a la historia michoacana. Radicó en la ciudad de México hasta su muerte en 1937. La Vista de Paris ingresó al Museo en 1982 como parte del fondo de constitución.