Museo Nacional de Arte

Tata Jesucristo




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Tata Jesucristo

Tata Jesucristo

Artista: FRANCISCO GOITIA   (1882 - 1960)

Fecha: ca. 1925 - 1927
Técnica: Óleo sobre tela
Tipo de objeto: Pintura
Créditos: Museo Nacional de Arte, INBA Acervo Constitutivo, 1982
Descripción

Imagen localizada en el catálogo de la exposición página 31


"…propone una visión del duelo y el terror de dos mujeres indígenas ante el cuerpo que están velando, y que no es visible para el espectador." p. 30

Imagen localizada en el catálogo de la exposición página 70-71

Descripción:

"Otra versión del hecho rural explora un sentimiento y una tonalidad dramática. El movimiento muralista dio amplia cuenta de ello: más Orozco y Siqueiros. Así se conjugaron miradas al fenómeno regional o provincial, en donde no había esperanza y si una manera de ilustrar un México bárbaro. Tímido pero de personalidad impactante, Francisco Goitia plasmó sin concesión alguna su Paisaje zacatecano con ahorcados, seguido de la desgarradora imagen de las mujeres campesinas en Tata Jesucristo."

(López Velarde Estrada, Mónica, 2003, p. 30)

"… en la obra de Francisco Goitia, un caso distintivo en el arte mexicano del siglo XX, encontramos representaciones de la vida rural y del campesinado que destacan su abyección, su abandono y su desesperación, frente a los acontecimientos de la Revolución y el México moderno. Originario de Zacatecas, este artista fue formado en la Academia de San Carlos y viajó a Europa para completar su educación artística durante la lucha armada. A su regreso a México, se compenetró con el tema indígena, trabajando de 1918 a 1925 con Manuel Gamio como dibujante durante sus excavaciones arqueológicas, y registrando la cultura autóctona contemporánea desde una perspectiva artística. Su producción, a diferencia de la mayoría de sus coetáneos, presenta una visión amarga y triste del impacto de la guerra en el campo, sin idealizaciones ni distanciamientos simbólicos, como es el caso de Paisaje de Zacatecas con ahorcados II (ca. 1914). Aquí Goitia nos pone de frente –sin perspectivas dramáticas- un entorno árido y semidesértico en el que dos cadáveres cuelgan de árboles secos y truncos, transmitiendo una atmósfera de desolación. Asimismo, en Tata Jesucristo (1926), la oscuridad fragmenta a los cuerpos de dos figuras indígenas agachadas entre rezo y llanto, evocando una visión trágica y dramática, sin pintoresquismos, de la religiosidad popular, como único recurso ante la pobreza y la muerte."

(Cordero Reiman, Karen, 2003, p. 67)