Museo Nacional de Arte

San Cristobal




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San Cristobal

Arturo Piera

San Cristobal

Artista: GASPAR CONRADO   ((activo a mediados del siglo XVII))

Técnica: Óleo sobre tela
Tipo de objeto: Pintura
Créditos: Museo Nacional de Arte, INBA Acervo Constitutivo, 1982
Descripción

Descripción

Apoyado con las dos manos en un tronco, el gigante san Cristóbal termina de cruzar el vado de un río (pone un pie en la playa mientras el otro permanece aún sumergido en las aguas). Carga en hombros al Niño Jesús, una criatura regordeta, rubicunda y semidesnuda que hace las veces de foco de luz, y a quien dirige la mirada extendida. A un tiempo, el niño imparte la bendición con la vista puesta en el espectador. El gran "vuelo de paños" y el cuerpo girado del santo intentan dar un poco más de movimiento a una escena tradicionalmente esquemática. El remarcamiento de los músculos de piernas y brazos es un débil recuerdo de la fuerza que poseía este personaje legendario pero también trae a la mente su antecedente plástico en el mundo profano: el prototipo hercúleo (su misma clava que aquí es un bordón hace la cita más evidente). El paisaje ribereño es sombrío con indudables notas flamencas, que permeaban la mejor parte de la pintura poblana del siglo XVII.

Comentario

La leyenda del Atlas-Cristóforo (portador del Salvador) fue bien conocida en la Nueva España desde la pintura mural del siglo XVI, por la relación que durante la Edad Media tenía con los lugares de tránsito y la protección que dispensa a los caminantes (recuérdese el ingreso lateral del templo de Santiago Tlatelolco). Por esto, desde entonces, el sitio preferido para ubicar estas imágenes devotas eran los cubos de las escaleras de conventos y residencias: desde Yanhuitlán (Oaxaca), pasando por el ejemplar colosal de Nicolás Rodríguez Xuárez (Colegio de Guadalupe, Zacatecas) hasta la Casa del Alfeñique (Puebla), de las postrimerías del siglo XVIII, san Cristóbal acompaña al viandante, en recuerdo de los mismos servicios que presto como "puente" de peregrinos y de su significado más trascendente: el sometimiento de la fuerza humana al peso del "rey más poderoso", creador del mundo.

  Se entiende que, debido a las características del tema y al destino que finalmente se les daba a estas imágenes, sus dimensiones rebasan con mucho, por lo común, el tamaño natural. De esta suerte los artistas buscaban el efectismo propio de la monumentalidad: un punto de vista desde abajo (que exagera las proporciones de las extremidades o da la impresión de que un pie sale fuera del cuadro). Esta pieza no es la excepción, máxime que la luz lateral subraya el gran volumen de las figuras y el dramatismo que pide el tema de la conversión del santo.

  El autor de esta obra, al parecer oriundo de la ciudad de Puebla, también solía firmar con su apellido latinizado ¿Conrradus¿, por lo que no es difícil identificarlo como el mismo Gaspar Conrado que trabajara para los franciscanos, agustinos y dominicos y la catedral de aquella ciudad. Se conoce también que en 1666 otro artista de nombre Tomás Conrado, "bachiller letrado", depuso como pintorperito en las informaciones sobre el ayate de la Virgen de Guadalupe. Hasta la fecha no se conoce ninguna obra suya con certeza. La relación estilística que Gaspar Conrado tiene, además, con sus contemporáneos Diego Borgraf y Juan Tinoco es de notarse en las figuras delineadas con dibujo preciso y en el acabado claroscurista de esta obra que, con reserva, permite adjudicarse a su nombre.

  Es posible que este tipo iconográfico luego tuviera relación con el enorme san Cristóbal que viste el muro del transepto norte de la catedral de Puebla atribuido a Benito Velázquez o Pascual de Lara o que, en su defecto, ambas obras beban de una fuente gráfica común.

  Se desconoce su procedencia anterior al ingreso a la Academia de San Carlos, de donde pasó a formar parte de los fondos del Instituto Nacional de Bellas Artes. Ingresó al acervo constitutivo del Museo Nacional de Arte en 1982, procedente de la Pinacoteca Virreinal de San Diego.