Imagen localizada en el catálogo de la exposición página 113
Descripción:
"En el siglo XX, sobre todo después de la Revolución, la imagen centralista del valle de México, condensada en la obra de Velasco, convivió con otras alternativas de representación de paisaje. En relación con el levantamiento de 1910 existió la formulación de un paisaje de la Revolución, en terreno árido o semi-desértico, punteado por una arquitectura de apariencia geométrica, generalmente cúbica. La concepción de este paisaje fue un ejercicio que se realizó al terminar la contienda armada y es apreciable en algunas obras de José Clemente Orozco, Francisco Goitia y Ramón Alva de la Canal, Paisaje (Pueblo en la montaña). El paisaje revolucionario también fue objeto de la obra de Anita Brenner, Juan Rulfo, y encuentra una de sus mejores representaciones visuales en el cine, con la fotografía de Gabriel Figueroa y la obra de Emilio Fernández. Con el tiempo, el paisaje revolucionario ha representado una imagen del territorio nacional. A la par de este escenario, también se desenvolvió la representación de México como paisaje tropical. En la década de 1920, el paisaje se encuentra emblemáticamente representado por Tehuantepec, pintado por Diego Rivera y filmado por Sergei Eisenstein. La imaginación de José Vasconcelos encontró en el trópico la geografía idónea para fundar y edificar su ciudad utópica de Universópolis. El paisaje tropical funcionó también como una representación nacional dentro de los circuitos comerciales globales de la inversión y el turismo, tendencia que se exacerbó durante la segunda mitad del siglo XX. Del mismo modo, el Estado posrevolucionario proyectó un paisaje que se alejaba de lo rural, lo pintoresco y la naturaleza: este será el moderno, principalmente urbano y desarrollista, que guarda en parte los mitos sobre riqueza y prosperidad con los que se asociaba a la nación."
(Garza, Daniel, 2011, p. 59-60)