Museo Nacional de Arte

La visitación




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Artista: MIGUEL DE MENDOZA   (activo entre 1723 y 1737)

Fecha: 1735
Técnica: Óleo sobre tela
Tipo de objeto: Pintura
Créditos: Museo Nacional de Arte, INBA Acervo Constitutivo, 1982
Descripción

En el pórtico de su casa, santa Isabel y Zacarías reciben a la Virgen María y a san José, quienes vienen en compañía de un burro. Ambas mujeres se estrechan las manos y en sus figuras se concentra el cromatismo más intenso. Por obvios motivos simbólicos, son ellas, en su abrazo, el foco de luz, como portadoras en su seno del profeta de la salvación y del Salvador. Al fondo se observa un paisaje vespertino compuesto por un gran peñasco, un castillo ruinoso y una palmera.

Descripción

En el pórtico de su casa, santa Isabel y Zacarías reciben a la Virgen María y a san José, quienes vienen en compañía de un burro. Ambas mujeres se estrechan las manos y en sus figuras se concentra el cromatismo más intenso. Por obvios motivos simbólicos, son ellas, en su abrazo, el foco de luz, como portadoras en su seno del profeta de la salvación y del Salvador. Al fondo se observa un paisaje vespertino compuesto por un gran peñasco, un castillo ruinoso y una palmera.

Comentario

Conforme al texto evangélico (Lucas I , 39-56), el encuentro de María con su prima

Isabel fue también el saludo de una buena nueva. En él ambas pudieron reconocer su preñez, merced a una revelación del Espíritu Santo, pero, sobre, todo, comprendieron que en sus vientres estaba cifrado el misterio de la redención. Por ello, la Escritura resalta que: "Así que oyó Isabel el saludo de María, exultó [demostración de alegría] el niño en su seno, e Isabel se llenó del Espíritu Santo, y clamó con fuerte voz: ¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿De dónde que la madre de mi Señor venga a mí?" Tan decisivo era este pasaje que, merced a la iniciativa franciscana, se elevó a fiesta litúrgica de la Iglesia universal desde el siglo XV.

  En esta obra se introduce una variante poco frecuente en la iconografía más tradicional: santa Isabel queda en un plano más alto y la Virgen es quien se muestra humilde y reverente, cuando lo usual es que suceda lo contrario. Es probable que la fuente iconográfica sea una pintura de Marco Pino da Siena grabada por Cornelis Cort, composición semejante en la que se encuentra ausente Zacarías, pero que presenta una figura similar de san José acompañado de un burro. En su afán de imprimir un mayor carácter narrativo a las escenas de estos ciclos mariológicos, los artistas introducen con arbitrariedad a los esposos como copartícipes de este mensaje, cuando en realidad el Evangelio no los cita y advierte, así, que éste era un acto de complicidad o secreto que se guardaba entre las dos parientes. Por ejemplo, Echave Orio parece ser el único de los pintores novohispanos que respeta esta prescripción, que tal parece preocupaba mucho a los tratadistas.

  Desde el siglo pasado Bernardo Olivares aseguraba que Mendoza era indio cacique (posiblemente mixteco), por lo que firmaba con el "don" antepuesto a su nombre, y que se inició en la pintura bajo las enseñanzas de Cristóbal de Villalpando.2 Si esto era un rasgo de nobleza, en esta obra quedaría ciertamente comprobado, ya que en verdad son muy inusuales las rúbricas con ese antefijo. Y aunque en las pocas obras que se conocen de su mano se palpa un pálido reflejo villalpandesco (véase la forma en que están concebidas sus figuras), opinión que ya tenía Manuel Toussaint, no cabe duda que quedó muy a la zaga de las virtudes de su supuesto maestro. En 1737 Mendoza realizó también un ciclo de la vida de la Virgen para la parroquia del barrio de la Luz en la ciudad del Puebla, en la que esta escena se repite con algunas variantes.

  La visitación ingresó a las galerías de la Academia hacia 1881. Pasó después a la Pinacoteca Virreinal de San Diego y de ahí al acervo de constitución del Museo Nacional de Arte en 1982.

el saludo de las mujeres, y que en la iconografía justamente es paráfrasis de la "exultación", es decir, cuando san Juan desde el vientre de su madre saltó de gozo y realizó, así, su primera profecía.