Descripción
Sentado cómodamente en un sillón, con medio cuerpo girado hacia la izquierda, don Pedro Olasagarre mira al espectador con una impasible expresión de beatitud. Su cabello negro está cuidadosamente peinado hacia delante y sus ojos azules enmarcados por tupidas cejas color castaño claro. En la tesitura de su rostro resal tan sus labios encarnados; la expresión facial está marcada por delineadas comisu ras y la depresión mandibular que forman los pómulos. Viste un frac de paño negro, chaleco de damasco, camisa y pantalones blancos, en el cuello lleva un corbatín del mismo color en forma de moño y la camisa luce dos botones de azabache. Su vientre parece inflamado y de la cintura, al lado derecho, pende un fino picador de tabaco dorado. Su brazo y mano izquierdos, de aspecto cadavérico, reposan sobre el sillón, mientras con la derecha sostiene una tarjeta.
Comentario
Don Pedro Juan de Olasagarre fue uno de los comerciantes con mayor poder económico en Guadalajara durante los años de transición de la guerra de Independencia a la formación del estado libre de Jalisco. Llegó al puerto de San Blas procedente de Panamá en 1812 al mando de la fragata mercantil Reina de los Ángeles1 y desde entonces estableció su residencia en Guadalajara. Introdujo un gran capital en la región y fundó varias compañías agrícolas y mercantiles, con las que superó a las tradicionales empresas familiares.2 En 1819 compró en remate público y pagó en efectivo la hacienda de Atequiza y meses después la de La Huerta, en las que instaló dos molinos de trigo para abastecer de harina a la ciudad. Con estas operaciones y su participación en el negocio de introducción de ganado, inició su control del abasto agropecuario a Guadalajara, imponiendo condiciones de compraventa a su conveniencia. En 1824 el gremio de introductores de reses fue acusado por el regidor Ramón Salcedo de vender la carne con peso mermado; como respuesta, Olasagarre envió una extensa carta en la que pedía libertad absoluta para vender ganado y establecer expendios de carne en cualquier parte de la ciudad.3 Su participación en política, según el historiador Luis Pérez Verdía, se limitó a donar mil pesos para el ejército trigarante.
En 1831 firmó testamento ante el notario Froylán Castillo en el que dice ser originario de Santiago de Veragua, en el departamento del Istmo de la República de Colombia; esta afirmación puede ponerse en duda, en virtud de la época de guerra y de la persecución de peninsulares que caracterizó el ambiente político durante el tiempo de operación económica de Olasagarre. Por esta circunstancia, el historiador Jaime Olveda considera que este grupo de comerciantes "panameños", establecidos en Guadalajara desde la apertura del puerto de San Blas al libre comercio, eran en realidad peninsulares que habían iniciado sus operaciones mercantiles en puertos del Caribe como representantes de firmas inglesas y que, al trasladarse a la Nueva España, se ostentaron como panameños para actuar con facilidad en el comercio.5 Con respecto al retratado existen documentos notariales que lo relacionan con negocios de establecimientos ingleses, comerciantes de Panamá y un poder para solucionar una sucesión testamentaria en Cádiz.6 Casó con la señora Ignacia Villaseñor, con la que tuvo a sus hijos Antonia, Pedro, Juan Antonio y Teresa. La inscripción en el retrato señala que murió en 1831 a los 51 años de edad.