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La destrucción de la misión de San Sabá en la provincia de Texas y el martirio de los padres fray Alonso Giraldo de Terreros y fray José Santiesteban




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La destrucción de la misión de San Sabá en la provincia de Texas y el martirio de los padres fray Alonso Giraldo de Terreros y fray José Santiesteban

La destrucción de la misión de San Sabá en la provincia de Texas y el martirio de los padres fray Alonso Giraldo de Terreros y fray José Santiesteban

Artista: JOSÉ DE PÁEZ   (1720 - ca. 1790)

Fecha: ca. 1758 - 1765
Técnica: Óleo sobre tela
Tipo de objeto: Pintura
Créditos: Museo Nacional de Arte, INBA Adjudicación, 1992.
Descripción

Imagen localizada en el catálogo de la exposición página 59

Descripción:

"La representación de parejas de mártires, común a los retratos procedentes del colegio de la Santa Cruz, es también la característica de uno de los cuadros más interesantes de martirios. Se trata de la Destrucción de la misión de San Sabá en la provincia de Texas y el martirio de los padres fray Alonso Giraldo de Terreros y fray José de Santiesteban (hoy en la colección del Museo Nacional de Arte) pintura que, a diferencia de las presentadas hasta ahora, no fue realizada para un colegio; quien la encargó (y he aquí su excepcionalidad) fue un laico: el primer conde de Regla, don Pedro Romero de Terreros (en cuya familia se conservó hasta fechas recientes). Los frailes martirizados presiden la escena y la limitan a los lados: fray Alonso Giraldo de Terreros (primo del conde) y fray José de Santiesteban. Al fondo se representa la misión y su asalto.

La pintura describe con minuciosidad el conjunto de la misión; al centro se encuentra la capilla (construida con techo de paja) y al fondo se ubican las casas de los padres y el cuartel de los soldados. La misión está delimitada por una estacada para defenderse de los ataques de las tribus rebeldes.

Los acontecimientos terribles que aquí se narran sucedieron el 16 de marzo de 1758, después de que fray Giraldo había celebrado misa. En ese momento, la misión se vio cercada por indios que no eran apaches, sino texas, comanches y tancagües, según el informe detallado de los hechos que hizo fray Miguel de Molina, del colegio de San Fernando, uno de los sobrevivientes. Parecía que los grupos llegaban en plan pacífico, pero en un momento determinado comenzaron a robar. Después, pidieron a fray Giraldo que fuera su intermediario frente al capitán del presidio, el coronel Diego Ortiz de Parrilla, pero cuando montó a caballo, le dispararon y lo mataron. En su retrato se muestran los signos de su martirio: los comanches le arrancaron el cuero cabelludo y le atravesaron el cuerpo con lanzas. Por su parte, el padre Santiesteban buscó refugio en uno de los cuartos, pero los indios lo incendiaron y los soldados sólo vieron cómo sacaban su hábito. Su cuerpo nunca fue encontrado, pero su retrato lo muestra degollado y con un crucifijo y un libro en la mano.

En la representación, los indios van armados y llevan penachos como principal distintivo. Como lo ha hecho notar Pedro Ángeles, destaca entre ellos la indumentaria de su capitán, con una casaca a la francesa (los comanches tenían el apoyo de los franceses de la Luisiana) y un tocado diferente: un par de astas de venado adornadas con listones rojos y azules. La cartela central del cuadro es una descripción detallada de todos los pasos del ataque y, a los pies de cada fraile, se hace una breve descripción de sus vidas.

Muy probablemente el cuadro fue pagado por Pedro Romero de Terreros, el conde de Regla, para rendir un homenaje a su primo fray Alonso Giraldo de Terreros y constituye el ejemplo más terminado de este tipo de representaciones de martirios, acompañadas de descripciones del suceso".

(Rubial Antonio y Suárez Molina, María Teresa, 2000, p. 60)

Descripción

La escena se desarrolla en un paisaje profundo y montañoso, salpicado de arboledas y por el que bajan serpenteando las aguas de un río. Al centro se encuentra enclavada una precaria misión franciscana, formada por jacales de techumbres de paja y circundada por una empalizada defensiva. Allí se representa el asalto y destrucción de la misma en sucesivos episodios, a manos de un contingente de indios comanches que aparece por la derecha, siguiendo a su capitán, a caballo, vestido de casaca y un tocado de piel de ciervo con sus cuernos adornados de listones. Algunas huestes cercan la empalizada con antorchas y están a punto de prenderle fuego con todo y sus casuchas. Un soldado desnudo escapa entre una arboleda y dos frailes salen a recibir a los sitiadores intentando parlamentar.

  En la lejanía, se aprecia una refriega entre los indios y los soldados españoles y con bajas de ambos bandos. En el interior de la misión, los asaltantes cometen actos sacrílegos, vejando dos imágenes religiosas: un san Francisco de bulto que llevan como botín y el estandarte de la patrona del sitio, la llamada Divina Peregrina o Nuestra Señora del Refugio, que usan como blanco de tiro. Mientras esto sucede, otros se dedican al pillaje.

  Fray José de Santiesteban sufre la degollación junto al jacal que sirve de templo, al tiempo que fray Alonso Giraldo de Terreros es acribillado en el campo que media entre la misión y el presidio, y lo mismo le sucede a un guardia español que lo acompaña. Al fondo a la izquierda se ve el presidio de la tropa que tenía el encargo de custodiar la fundación evangelizadora, también con su empalizada y pertrechado con caballería y cañones. En el otro extremo, se ve un grupo en la estampida. Hay niños en todas las escenas que dan la impresión de que así aprenden de sus mayores "el arte de la guerra".

  En el primer plano, a cada extremo, se encuentran las figuras de dos frailes de tamaño natural, tonsurados y con el hábito y el cordón franciscano. A la izquierda del espectador se ve a fray Alonso, martirizado y sangrante por las heridas que han dejado en su pecho dos balazos, dos lanzas y una flecha. El fraile sexagenario tiene la frente surcada por hilillos de sangre ¿que nos recuerdan que fue escalpado¿ y extiende las manos mientras levanta la mirada al cielo; a la derecha, de cuarenta años, fray José, impasible al dolor, empuña un crucifijo y sostiene un libro. Se recuerda su martirio por las heridas que le infligieron: tres disparos de bala ¿dos en el pecho y uno en el vientre¿ y, finalmente, la degollación. De la herida del cuello causada por una daga brota un chorro de sangre que también moja su hábito pardusco. A los pies de cada misionero se halla una cartela mixtilínea y, al centro, una larga inscripción explicativa.

Comentario

El sangriento fin que tuvo la misión de San Sabá y la muerte de los predicadores fray Alonso Giraldo de Terreros y fray José de Santiesteban, miembros del colegio de Propaganda Fide de Santa Cruz de Querétaro, constituyen un episodio desventurado ¿pero muy ilustrativo¿ de las penosas campañas de expansión misional y militar que promovía la Corona borbónica hacia las tierras septentrionales de la Nueva España. Es ejemplo también, para la mentalidad religiosa de entonces, del grado heroico a que llegó esta estrategia geopolítica tendiente a ensanchar las fronteras, reducir a las naciones salvajes y guarecer, de los ataques de los franceses, la integridad del territorio novohispano. En esta obra de encargo se palpa qué tan importante era esa noción programática e intenta reparar el daño causado a la sensibilidad religiosa, muy lastimada al saber que las imágenes sagradas fueron conculcadas. Pero, en su recepción más inmediata, es sobre todo un testimonio elocuente del patrocinio privado propio de los nobles "del reino", que sufragaban estas campañas "en servicio y gloria de la Corona y la fe". El que sería poco tiempo después uno de los mineros más ricos y munificentes, don Pedro Romero de Terreros, conde de Regla, también llamado "el Creso de la Nueva España", dio su respaldo económico a esta empresa misional; y muy posiblemente haya sido el mismo que, apesadumbrado mecenas, luego de los hechos dolorosos, solicitara al pintor José de Páez este enorme lienzo de carácter histórico y hagiográfico.

  A partir de 1756, tiempo antes de que se le nombrase con el título de "Síndico Apostólico y Bienhechor de los colegios misionales de Querétaro y Pachuca", Romero de Terreros puso como prenda buena parte de sus bienes para aviar las avanzadas franciscanas en las ignotas tierras situadas al norte de la gobernación de Coahuila y Texas. Iniciaba, así, una larga carrera de servicios al rey que le granjearían a la postre un título nobiliario, gracias al cual podría consolidar su fortuna, como todo empresario promisorio, en el mineral del Real del Monte. Pero fue también persuadido por el empeño de su primo, el experimentado misionero fray Alonso Giraldo de Terreros, que se embarcó en esta empresa de conversión, sujetándose a las condiciones impuestas por los colegios de San Fernando de México y de la Santa Cruz de Querétaro y fijadas por escritura durante un lapso de tres años. Los gastos de la tropa expedicionaria para dar seguridad a los frailes quedarían a cargo de la Real Hacienda, para lo cual fray Alonso ya se había entrevistado con el virrey Marqués de las Amarillas en su calidad de padre guardián del colegio queretano. De esta forma, las instituciones del presidio y la misión, fórmula colonizadora usada en aquella vasta región desde fines del siglo XVII, trabajarían en conjunto ante cualquier situación adversa. El problema del comercio ilegal y el creciente armamentismo entre esos pueblos insumisos, alentado por los franceses que se habían asentado en las riberas del Misisipi, hacían del todo urgente promover estas campañas de colonización. Y así se explica el interés y la prontitud con que Fernando VI convino, sin ningún reparo, con este proyecto otorgándole cédula de aprobación al año siguiente.

  Muchos intentos anteriores por pacificar y reducir los confines de la provincia de Texas se habían malogrado. Apenas en 1745 los apaches habían pactado la paz y convenido en someterse al régimen misional. Así, las primeras incursiones militares se pudieron establecer en las riberas del río San Sabá (o San Sabás), un afluente alto que descarga su corriente en el río Colorado, a principios de 1757, luego de que el comandante Diego Ortiz de Parrilla evaluara las condiciones de vientos, suelos y aguas. La misión se fundó poco después tomando el nombre del mismo santo que nombraba al río (en honor a un ermitaño de Palestina del siglo V) y el presidio vecino quedó bautizado con el nombre del virrey en turno, como era usual. Los apaches aceptaron los obsequios de los frailes y en la segunda mitad de ese año se dedicaron a levantar un jacal grande para la iglesia, otros más pequeños para los aposentos y la "estacada" protectora con su única puerta de control. En la iglesia colocaron la imagen al óleo de la patrona del colegio de Zacatecas, la Virgen del Refugio.

  En el amanecer del día 16 de marzo de 1758, a escaso un año de erigida la misión, se presentó en sus alrededores un contingente de indios desconocidos (texas, comanches y tancagües) en son bélico y bien armados, no sólo con sus tradicionales carcaj sino con sables y escopetas adquiridas a los traficantes franceses. Recién concluida la misa que había oficiado el padre presidente fray Alonso, todos quedaron sorprendidos por "una gritería o algazara furiosa" que se aproximaba desde el otro lado del río. La tropa y caballería cercaron la misión disparando sus fusiles y reclamando venganza sobre sus enemigos, los apaches cristianizados. Uno de los motivos del asalto se reducía a un ajuste de cuentas entre una etnia y otra, lo era también el que los apaches exigían la protección española, pero para las autoridades del presidio quedaba bien claro, sobre todo, que los franceses de la Luisiana, al proporcionar armas de fuego a los comanches, buscaban sembrar la discordia y debilitar así las campañas de ensanche novohispano.

  Merced a una carta suscrita por fray Miguel de Molina, uno de los misioneros que alcanzó a escapar con vida, y en la que informaba al virrey y a sus superiores, se conocieron estos hechos con todo detalle, y es muy probable que por ella el mecenas y el artista también quisieran representar con minucia y viveza aquellos acontecimientos violentos. Gran conmoción debió causar la noticia en la capital del virreinato, ya que dos hermanos de orden de los sacrificados también dejaron testimonio por escrito: fray Miguel Arroyo escribió una relación poética de los "sacrilegos arrojos y sangrientos homicidios" y también ese mismo año fray Junípero Serra dio cuenta epistolar de la masacre. "El Creso de la Nueva España", por su parte, bien pudo encargar este enorme documento visual para memoria y desagravio de su pariente y exaltación de su heroísmo, además de que, de esta forma y a la postre, daba lustre a toda su casa familiar que por otro lado mantenía un reconocido ascendiente en la provincia de Extremadura. El episodio también quedó recogido en la Crónica seráfica y apostólica de la Santa Cruz de Querétaro del padre Juan

Domingo Arricivita de 1792.

  El énfasis documental con que están reconstruidos los hechos puso al pintor en la necesidad de marcar con las letras del alfabeto, de la A a la R, cada paso o escena. Así, puede decirse que la obra tiene una lectura de derecha a izquierda del espectador y que se desarrolla conforme fueron sucediendo los hechos; la formación de cada grupo puede ser aislada y al mismo tiempo enlazada con el resto. Sin embargo, esta imagen no llega a ser una obra realizada bajo un criterio topográfico o meramente logístico. Es propiamente un "país", que integra armoniosamente los grupos con su entorno y aun con los grandes retratos del primer plano; lo cual puede ser un recurso pictórico muy peculiar del género de pintura de batallas, sobre todo si se recuerdan las doce grandes escenas castrenses, con los protagonistas al frente, que se pintaron para el Salón de los Reinos en el Palacio del Buen Retiro de Madrid (hoy en el Museo del Prado y de los cuales Zurbarán pintó dos) y en los que hay que reconocer la influencia flamenca, inherente a este tipo de pintura.2 Pero en razón de su discurso también participa de una corriente historiográfica novohispana que continuamente exaltaba en sermones y pintura a los evangelizadores y mártires, por lo demás muy peculiar de los colegios de Propaganda Fide, y del que éste sería el ejemplo más espectacular, pero cuyas representaciones pueden rastrearse hasta la pintura de historia del siglo XVII.

   En algunos detalles Páez es en extremo cuidadoso al trasladar las descripciones de Molina. Tal es el caso del "Capitán Grande", el comanche vestido con casaca encarnada a la francesa y cubierto con sus astas de venado. Pero en otras no parece documentar fielmente las características culturales de aquella región: los indios, que en la realidad se vestían con pieles de animales o pintarrajeados en la cara y el cuerpo, están aquí representados de forma esquematizada. Son los indios llamados convencionalmente "mecos" o salvajes, más apegados a la mentalidad del grabado europeo, como en las series de castas, que a la propia realidad etnográfica.3

  La atribución a Páez puede deducirse fácilmente dado el parentesco estilístico que se establece con otras de sus obras, pero también en razón de sus repetidos trabajos para los colegios apostólicos. Recuérdese sobre todo la misma pincelada y los paisajes en la serie de la vida de san Francisco de Solano para el ex colegio de San Fernando de México (hoy en Zapopan). Además, en la casa de la comunidad de ese mismo recinto, se encuentra un retrato de cuerpo entero de Santiesteban firmado por Páez y exactamente igual al que aquí realizara.

  Por testimonio de un descendiente del Conde de Regla, el historiador don Manuel Romero de Terreros, quien era propietario de la obra en 1967, se sabe que procedía de la capilla de la hacienda de Xalpa, solar tradicional que había conservado todo su linaje, y hecho que probaría las condiciones de mecenazgo familiar en que fuera ejecutada.4 A la muerte de don Manuel pasó a ser propiedad de sus hijos, quienes más tarde la vendieron a un coleccionista estadounidense. Fue rescatada para México merced a la intervención de las autoridades hacendarías y a la colaboración de la embajada de los Estados Unidos en México. Por su parte, el excelentísimo señor embajador John Dimitri Negroponte la depositó en el Museo Nacional de Arte, en donde quedó como donación por medio del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes en octubre de 1992.

 

Inscripciones

Cartela en el extremo izquierdo:

Vy R.P.F. Alonsso Giraldo de Therreros, Pr Apostolico de el Colegio de la Sta Cruz de Queiétaro: Natural de la Villa de Cortegana é Estremadura. Tomó el havito é dh. Coleg°,y Selosso de la Salvado de las Almas d los IndiosYnfieles, en el qual Exercicio se matuvo pr espacio de 30 a?, en cuio tiepojue electo Guardª y acabada loablemte su Guarda, volvio a las Missiones q'tiene el Referido Colegio é la Prov" d Texas en el qual promovio la nueva Conqtay reducn de los Indios Apaches y en el Rio de San Saba e la Misson q' aviafundado, murió a manos de los Indios Barbaros el dia 16 de Marz0 de este a de 1758, siendo d Edad d 60 as. Fue su muerte

de el modo q'expressa el Lienzo.

 

Al centro:

POR LOS DOS COLEGIOS DE PROPAGANDA FIDE, D LA Sta. CRUZ DE QUERETARO, Y ESTE D Sn Fernando, a. De 1756, se promovió la nueva Reducºn y conquista de los Indios Appches, el á de 57. Se púas en planta con el resguardo de el Presidio de S" Saba, á Orillas de su Río: Fue el promotor del R.P.F.Alonso Giraldo deTherreros,Aiudado de la nunca aplaudida determinac" de el Ylustre Cavallero Dn Pedro Therreros, de la Orden d Calatrava, quien a costa de su hacienda, funda todas las misiones q' se puedan poner en la nueva reducción quién, aún en medio d la Invasión,y pérdida considerable, persiste en el Zelo de los dhs Indios; Ds pr su misericordia le aiuda a tan sta Empressa.

 

Explicación de el casso pr su Abecedario.

 

A: Presidio de Sn Sabá. Su Guarnición d cien soldados.

B: Camino de el Presidio para la Mission.

C: Rio q' divide la Mission de el Presidio.

D: La Mission, con su estacada, Iga y Jacales.

E: Entrada de los Indios Barbaros pa la Mission.

F: Capitan G1 de el Exercito q' pasaron d mil.

G: Sercan toda la Mission.

H: Sale a resevirlos co ells Largo tiépo e Copa de el P.F. Mig1 de Molina;y los dhs Barbaros, cófraudolétafalacia pide Paz y leynsta á el P.Pte valla co ellos á el Presidio.

Y: Sale el P.Pte co un Soldado acopañadop" el Presidio co chuzma de ls Barbaros indios los q prevenidos con sus armas é mano, quando a pocos pazos q anduv°n le dispararon a el

P.Pte dos balasos e el pecho,y a el Soldado le dieron otros balasosy cayera de los CavalF á el Suelo, dando sus Almas al Criador;y no sati fecha su Ravia le metieron una lanza y co su mismo Báculo le atraviesan el Pecho y le quitaron el Cerquillo de la cabza y lo desnudaron; y desnudaro a el Soldado.

J: Choq' entre 1s Espaff e Indios en el Camino de el Presidio donde quedaron muertos tres y los demás huieron pa el Presidio y mal eridos.

K: Un Soldado valerozo q'có la Espada en la mano se defendió e el choq' dh° matando muchs

Inds,fue atravesado pr el pecho co una Lanza dejándolo pr muerto y desnd°;y recobrado camino asta la Miss" donde fue echado al fuego: y salió de el milagrosamente y se Confessó para morir.

L: Defensa de los españoles desde los Jacales matando Mufs.

M: Ynsendio de la Mission.

N: Muerte de el P. Santiestevan. Lo apelotearoy cortaro" la Cabeza y le dieron muchos Golpes.

O: Ultragey desprec q'ysieron co las Stas Ymag5y destrozos de la Diva Peregª Nª Sª del Refug° Patroª y Protectoª desta Mission.

P: Pr la noche se escaparon milagrosamte los Solds q' quedaroy las Mugsy muchachs q' pr medio de la chusma pasaron sin ser vistos.

Q: La muerte de el mayordomo le sacarn los Ojos Vivo y le descarnará el Cuerpo.

R: Saqueo de la Mission.

 

Cartela en el extremo derecho:

V.P.F. Joseph Santiesteba, P' Apostocº de este Colegio de Sn Fernando, Natural d Muniain de la Solana, Reyno de Navarra; tomo el havito é el Convtº de Páplona de la Provª de Burgos en donde Vivió como ejemplar Religº y zelossº de la Salvación d las Almas, vino a este Colegio en Mission el á de 50 y pr su Religiosidad fue electo pª la nueva Conqtª y Reduccºn de los Indios Apachs y en la Mission de el Rio de Sn Saba. Murió a manos dls Barbaros lndis en la Invasión q' hicieron a dhª Mison el dia 16 de Marzo de este a de 1758, siendo de edad de 40 a. Fue su Muerte de el modo q Manifiesta el Lienzo.