Museo Nacional de Arte

Urbe. Super poema bolchevique en cinco cantos. Grabados en madera por Jean Charlot




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Urbe. Super poema bolchevique en cinco cantos. Grabados en madera por Jean Charlot

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Urbe. Super poema bolchevique en cinco cantos. Grabados en madera por Jean Charlot

Artista: MANUEL MAPLES ARCE   (1898/1900 - 1981)

Fecha: 1924
Técnica: Impreso
Tipo de objeto: Revista
Créditos: Museo Nacional de Arte, INBA Donación Blanca Vermeersch Vda. de Maples Arce, 1992
Descripción

Imagen localizada en el catálogo de la exposición página 50

Descripción:

"La portada del libro Urbe. Super-poema bolchevique en 5 cantos de Maples Arce (1924), ilustrado por Jean Charlot, muestra el perfil de una metrópoli moderna coronada por masivos rascacielos, pero los techos de Jalapa que dibuja Méndez para la portada del número cuatro de la revista Horizonte (1926) reflejan con más precisión al México de la época. Al triunfo de la Revolución, el impulso nacionalista es, con mucho, la veta cultural más viva y dinámica del país. Incluso los estridentistas dan un giro nacionalista al lanzar su famoso "¡Muera la cultura francesa! ¡Viva el mole de guajolote! " (Barajas, 2002, p. 52)

Imagen localizada en el catálogo de la exposición página 236

Descripción:

"En su segundo poemario, Urbe (1924), Maples Arce se abocó por completo a la ciudad: la colocó en el primer plano, junto con las masas y los movimientos sociales. Así, el libro se presenta como un poema "brutal y multánime" a la nueva urbe, como un canto fervoroso que pone el acento en la nueva belleza del siglo, de la que poco entenderán los "asalta braguetas literarias", los seguidores del modernismo poético…

De nuevo es notable en este poemario la fuerte plasticidad y la sonoridad de las imágenes ("Oh, ciudad musical/ hecha toda de ritmos mecánicos!"), las cuales aparecen entrelazadas con metáforas audaces y entramadas por un recorrido donde el poeta visita otras figuras del imaginario moderno: el puerto, el trasatlántico, la multitud, los motores. Lo interesante es dar cuenta de cómo el poema comienza a virar del tono fervoroso del inicio hacia visiones mucho más negativas y oscuras, donde se hace alusión en términos poco clamorosos a la guerra y se citan "trenes que aullán" hacia "horizontes devastados", "la ciudad amedrentada" y "grandes tragedias", solapadas tan solo por la imagen de una joven amada que se manifiesta espontáneamente en la subjetividad del poeta.

La edición original fue acompañada por grabados de Jean Charlot; era, pues, un libro ilustrado. Desde la portada apreciamos, junto con el juego de la novedosa disposición tipográfica, dos grandes edificaciones que preludian el contenido del libro. Sus colores rojo y negro buscan evidenciar el sentido revolucionario de Urbe. Las imágenes del interior, sin embargo, no "ilustran" el texto en sentido estricto, pues no equivalen a episodios específicos de lo escrito por Maples Arce. El libro es entonces un verdadero objeto artístico que funciona en dos niveles de lectura diferentes: conviven en sus páginas tanto la ciudad gráfica como la literaria.

En la primera imagen, dos grandes rascacielos se alzan imponentes sobre una multiplicidad de puntos que representan seguramente la presencia humana. En el cielo, sobrevolando, se observa una de las figuras modernas que a la lejanía nos parece obsoleta: un globo aerostático. En la tercera, una pequeña figura agita un pañuelo cuando pasa un tren humeante en movimiento sobre un elevado puente (tema éste, el de las despedidas de tren, muy visitado por la literatura estridentista). En la quinta y última, un gran trasatlántico se alza en el horizonte mientras dos pequeñas figuras antropomorfas caen hacia el mar agitado. A lo lejos, se observa el perfil de una moderna ciudad. En la segunda y en la cuarta ilustración, Charlot omitió la presencia humana. En una de ellas aparece una ciudad o un barco que se desplaza por un horizonte inclinado, no convencional, y la otra es una vista nocturna de un puerto: la luz de dos reflectores y la noche estrellada son el escenario de gigantes embarcaciones que navegan el océano.

Llama la atención que en la primera ilustración, el gran volumen de las edificaciones entra en tensión con la multitud; impresiona la enormidad del entorno arquitectónico con respecto al tamaño insignificante concedido a las figuras en la calle. En la tercera y quinta imagen ocurre un fenómeno parecido: la magnitud del barco y del puente contrasta con la dimensión de las figuras humanas. Como señaló Elisa Rashkin, estas imágenes sugieren el empequeñecimiento del ser humano por la innovación tecnológica, manifiesta en su vulnerabilidad frente a la enormidad de los ambientes construidos. De tal manera, en los grabados parece encontrarse la misma ambivalencia que en el poema: se canta a la modernidad, al mismo tiempo que se le teme".

(King Álvarez, King, 2013, p.72-73)