Imagen localizada en el catálogo de la exposición página 156,288
Descripción:
"La atención del observador es captada inmediatamente por la figura de san Lorenzo, desnudo sobre una parrilla, plenamente iluminado por una luz sobrenatural que viene del cielo. La cantidad de fuego que se alza brillante y agresivo por debajo de la parrilla –avivado por un personaje agazapado en primer plano- hace aún más llamativa la actitud laxa del cuerpo del santo y la calma de su mirada elevada hacia el cielo. Muchos testigos participan de su martirio: algunos para asistirlo… Como en muchos cuadros de esta época, el anacronismo reina. Conviven los personajes ataviados a la usanza de la época con otros vestidos a "la romana" con corazas y cascos emplumados… Desde la mitad del cuadro hacia arriba, ángeles músicos que tocan instrumentos musicales y cantan, dispuestos en semicírculo, abren el cielo a la esperanza del mártir. La puerta celestial, representada en lo alto del medio punto, cierra la idea: al actual sufrimiento seguirá la alegría del cielo.
Durante la primera década de trabajo de Juárez, sus intentos por crear un espacio plástico mostraban una cierta debilidad constructiva que disimuló hábilmente con el recurso de perforar el espacio hacia atrás o hacia arriba con un rompimiento de gloria. Recurso eficaz que en otras oportunidades reemplazó con el agrupamiento de las figuras en registros y cierta ampulosidad en la gestualidad que imprime dinamismo a la composición. Considero que El martirio de san Lorenzo del Munal marca el inicio del segundo periodo, caracterizado por un discurso plástico monumental y grandilocuente, donde se encuentra el núcleo más importante de las obras firmadas y fechadas por José Juárez." p. 157
El constante interés por experimentar con materiales que posean una vitalidad propia, hace e estas rocas un testimonio de como Bosco Sodi se apropia de la naturaleza misma. La creación de ésta obra surge de la inquietud de cómo pintar rocas con cerámica. Tras investigar las cualidades de distintas piedras, Sodi acudió al volcán Ceboruco, en el estado de Nayarit, para seleccionar rocas líneas, pues son la túnicas que resisten las altas temperaturas en los hornos. Una vez seleccionadas por sus formas, vitalidad y fortaleza, las piedras se limpian con cepillos de acero para remover las impurezas y permitir la aplicación de la capa de cerámica que la s recubre. El color rojo, devuelve a estas piedras a su origen ígneo: lava ardiente de las entrañas de la Tierra.
El fuego ha sido un elemento relacionado con la vitalidad, el heroísmo, la valentía y la purificación. Las llamas han sido tanto vínculo para elevar a los dioses las ofrendas de los hombres, como medio e sacrificio y tortura. En el lienzo El martirio de San Lorenzo, del pintor José Juárez, el fuego aparece como elemento para el suplicio que soporta el protomártir cristiano. Un círculo de rocas limita la hoguera bajo la parrilla donde aparece recostado dicho personaje; los tonos rojizos con que brilla son signo de las altas temperaturas que modifican la carne del santo. Sin embargo, lejos de proferir gritos de sufrimiento, Lorenzo pedía a sus verdugos que lo girasen sobre la parrilla ardiente; además, en lugar de empañar olores molestos por la piel quemada, su cuerpo despedía fragancias florales.
El díalogo entablado entre las rocas intervenidas por Bosco Sodi y el lienzo ejecutado por José Juárez propone un paralelismo sugerente entre la fuerza estoica del mártir y la resistencia física de las piedras volcánicas, entre el rojo de la lava y los cartones incandescentes de la hoguera, o bien, el origen ígneo de tales rocas y la llama ardiente de la fe, celebrada en pinturas como ésta.