Museo Nacional de Arte

El valle de México




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El valle de México

Artista: JOSÉ MARÍA VELASCO   (1840 - 1912)

Fecha: 1908
Técnica: Óleo sobre tela
Tipo de objeto: Pintura
Créditos: Museo Nacional de Arte, INBA Acervo Constitutivo, 1982
Descripción

: Imagen localizada en el catálogo de la exposición página 18-19

Descripción:

"Entre finales del siglo XIX y la segunda de siglo XX se puede presenciar, por medio del arte mexicano, una transformación en la representación del mundo rural. Esta transformación se comprende, en buena parte, como una reacción al desplazamiento de campo como escenario económico predominante, frente al auge de la industria y el creciente mundo urbano. El sentido de nostalgia con respecto al modo de producción artesanal y la cultura material correspondiente, se compagina en este contexto con la búsqueda de nuevos símbolos de lo nacional que aluden a una participación más incluyente en los procesos políticos. Como resultado, encontramos una diversidad de modos de figurar lo rural, tanto en términos formales como en términos iconográficos, que reflejan la construcción de nuevos imaginarios al respecto.

Dentro del género pictórico del paisaje se observan, a lo largo de este periodo diferencias estéticas fundamentales que nos habla de la transformación de la mirada implícita en las composiciones, así como de cambios en el modo de significar la tierra misma, como protagonista del campo visual. Como antecedente en este respecto encontramos en el siglo XVIII la exageración de las cualidades dramáticas de elementos paisajísticos que corresponden a la búsqueda de lo sublime, como se evidencia en dos paisajes anónimos del periodo, pertenecientes a la colección del Museo Nacional de Arte. La representación en estas imágenes de conjuntos rocosos que parecen recobrar vida como protagonistas de los lienzos convierte a los árboles, el mar y las pequeñas figuras humanas que aparecen en el primer plano, en cómplices de la evocación de un mundo asombroso y lleno de misterio, que despierta la fantasía del espectador.

La connotada producción paisajística de José María Velasco, en cambio, con su luminosa y precisa recreación de vistas panorámicas, permite la apropiación del espectador –por medio de la mirada- del territorio nacional. Siguiendo las enseñanzas del maestro italiano Eugenio Landesio, profesor de Pintura de paisaje y Perspectiva en la Academia de San Carlos, Velasco, desde el último tercio del siglo XIX, creaba vistas que resaltan la magnificencia de los valles, montañas, cielos y flora del país. En ellas, a la vez despliega el terreno nacional ante la vista con detalle que permite una recreación empírica de su riqueza natural e introduce referencias a las incursiones de la modernidad en este escenario con la presencia de fábricas y ferrocarriles, signos de progreso para el optimismo positivista del periodo. La relación entre campo y ciudad, y entre la industria y la naturaleza se presenta así de forma armónica. Asimismo, la precisión empírica de la descripción paisajística de Velasco, refleja su dominio, a la par con el arte, de las ciencias naturales, a cuyo estudio se dedicó desde 1865; en obras como Cardón. Estado de Oaxaca (Cercus Candelabrus) queda claro que su acercamiento al ámbito rural incluía el estudio detallado de los fenómenos botánicos, a la par con su integración en su contexto espacial.

El éxito de las vistas del entorno rural mexicano en términos del gusto finisecular se puede apreciar tanto por las diversas versiones que pintó Velasco de sus vistas panorámicas, así como por los diversos galardones recibidos por esta producción a nivel nacional e internacional."

(Cordero Reiman, Karen, 2003, p.45-46)

Descripción

: Imagen localizada en el catálogo de la exposición página 18-19

Descripción:

"Entre finales del siglo XIX y la segunda de siglo XX se puede presenciar, por medio del arte mexicano, una transformación en la representación del mundo rural. Esta transformación se comprende, en buena parte, como una reacción al desplazamiento de campo como escenario económico predominante, frente al auge de la industria y el creciente mundo urbano. El sentido de nostalgia con respecto al modo de producción artesanal y la cultura material correspondiente, se compagina en este contexto con la búsqueda de nuevos símbolos de lo nacional que aluden a una participación más incluyente en los procesos políticos. Como resultado, encontramos una diversidad de modos de figurar lo rural, tanto en términos formales como en términos iconográficos, que reflejan la construcción de nuevos imaginarios al respecto.

Dentro del género pictórico del paisaje se observan, a lo largo de este periodo diferencias estéticas fundamentales que nos habla de la transformación de la mirada implícita en las composiciones, así como de cambios en el modo de significar la tierra misma, como protagonista del campo visual. Como antecedente en este respecto encontramos en el siglo XVIII la exageración de las cualidades dramáticas de elementos paisajísticos que corresponden a la búsqueda de lo sublime, como se evidencia en dos paisajes anónimos del periodo, pertenecientes a la colección del Museo Nacional de Arte. La representación en estas imágenes de conjuntos rocosos que parecen recobrar vida como protagonistas de los lienzos convierte a los árboles, el mar y las pequeñas figuras humanas que aparecen en el primer plano, en cómplices de la evocación de un mundo asombroso y lleno de misterio, que despierta la fantasía del espectador.

La connotada producción paisajística de José María Velasco, en cambio, con su luminosa y precisa recreación de vistas panorámicas, permite la apropiación del espectador –por medio de la mirada- del territorio nacional. Siguiendo las enseñanzas del maestro italiano Eugenio Landesio, profesor de Pintura de paisaje y Perspectiva en la Academia de San Carlos, Velasco, desde el último tercio del siglo XIX, creaba vistas que resaltan la magnificencia de los valles, montañas, cielos y flora del país. En ellas, a la vez despliega el terreno nacional ante la vista con detalle que permite una recreación empírica de su riqueza natural e introduce referencias a las incursiones de la modernidad en este escenario con la presencia de fábricas y ferrocarriles, signos de progreso para el optimismo positivista del periodo. La relación entre campo y ciudad, y entre la industria y la naturaleza se presenta así de forma armónica. Asimismo, la precisión empírica de la descripción paisajística de Velasco, refleja su dominio, a la par con el arte, de las ciencias naturales, a cuyo estudio se dedicó desde 1865; en obras como Cardón. Estado de Oaxaca (Cercus Candelabrus) queda claro que su acercamiento al ámbito rural incluía el estudio detallado de los fenómenos botánicos, a la par con su integración en su contexto espacial.

El éxito de las vistas del entorno rural mexicano en términos del gusto finisecular se puede apreciar tanto por las diversas versiones que pintó Velasco de sus vistas panorámicas, así como por los diversos galardones recibidos por esta producción a nivel nacional e internacional."

(Cordero Reiman, Karen, 2003, p.45-46)