Descripción

Con la mirada dirigida hacia la izquierda, una joven señora de expresión adusta y elegante vestido posa frente al espectador. Su cabello negro, peinado en dos mitades, es recogido en la parte posterior con tres pasadores adornados en sus puntas por flores de plata. En su rostro destacan las tupidas cejas negras y los grandes ojos del mismo color. La línea que forma su nariz, de tamaño mediano, parte de la ceja derecha; sus labios pintados con un discreto carmín armonizan con el arete de oro y rubí que pende del lóbulo izquierdo. El vestido color rosa pálido está armado en la parte superior con un corpiño abierto por el centro y cruzado con líneas horizontales del que surge una falda en forma de globo bordada al centro; el amplio escote de hombro a hombro termina en dos olanes sobrepuestos a las mangas cortadas arriba del codo en forma de media campana. De su cuello pende un cordón cuyo extremo inferior oculta a la altura del hombro izquierdo. Sus manos están parcialmente cubiertas con mitones de tul negro bordados de rojo y blanco, con     la derecha sostiene un abanico y con la izquierda un pañuelo blanco.

Comentario

No obstante que los retratos no están firmados o que la parte del cuadro en que se encontraba la rúbrica fue cortada, el estilo del pintor Estrada se aprecia en la pincelada y en el fino sombreado utilizado en el rostro, similar al del retrato del canónigo Sánchez Reza. En éstos se destaca el cuidadoso dibujo de sombras en las ojeras, las comisuras y la parte superior de los labios, además de la equilibrada composición con los objetos que sostienen los personajes en sus manos y el detallado dibujo de adornos y prendas de vestir. En los retratos de señoras se reconocen ciertas características constantes:

  Todas las caras en posición de tres cuartos hacia la izquierda; las formas y actitudes de las manos, ocupadas siempre en algo, una fruta, un pañuelo, un abanico; sobriedad en los trajes, pero riqueza y hasta minucia en los detalles, adornos de los vestidos o de las cabezas, abanicos, mitones, etc.1

Un antecedente iconográfico cercano a estas obras es el retrato realizado por un artista anónimo a doña María Rafaela Rodríguez y Amador,2 en el que la dama aparece en la misma posición y con un abanico en una mano y un pañuelo en la otra; esta obra, realizada en 1780, sólo es prueba de la atenta observación que de los retratos coloniales de su entorno hizo el pintor. Lo que cambia en los retratos de Estrada es la vestimenta. La dama del traje verde y la señora del vestido rosa se muestran con trajes adecuados sin estar a la moda: las mangas tipo farol o valois que sugerían los figurines franceses de la época, aquí se convierten en formas de campana. En la dama de rosa observamos que el corpiño se mantiene apretado en la cintura y se afloja sobre el pecho, lo que puede considerarse como un modelo de transición entre la moda del neoclásico, que prefirió la comodidad, y el uso del corpiño en el vestuario femenino del romanticismo. Las joyas que luce la dama del traje verde son el regalo matrimonial de su esposo, quien de acuerdo con las costumbres de la época tenía que obsequiar perlas o brillantes. No se tienen noticias certeras de la identidad de las señoras representadas, no obstante, en su libro, José Guadalupe Zuño supone que la mujer del traje rosa es la señora Margarita Vallejo.

Pertenecio a la coleccion Roberto Montenewgro y fue adquirido por el INBA en 1951