Museo Nacional de Arte

Retrato de don Manuel Deciderio Rojas




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Retrato de don Manuel Deciderio Rojas

Retrato de don Manuel Deciderio Rojas

Artista: HERMENEGILDO BUSTOS   (1832 - 1907)

Fecha: 1885
Técnica: Óleo sobre lámina
Tipo de objeto: Pintura
Créditos: Museo Nacional de Arte, INBA Acervo Constitutivo, 1982
Descripción

Descripción

Enmarcado en un oválo, Manuel Deciderio se encuientra de pie,  vestido con un traje negro y apoyado en un bastón, colocado de tre cuartos hacia la derecha, susojos mirar hacia el mismo lado, lleva un alargado bigote que sobrepsale al rostro. Los adornos que lleva un corbatin cerrado con un anilllo dorado al centro. El otro adorno apenas visible, es una fajilla roja a manera de cinturón. Los brazos caen a los lados mostrando unas manos fuertes, con las venas marcadas, las uñas parecen tener los residuos que deja el trabajo en el campo.

Comentario

El cuadro fue pintando cuando cuando Deciderio contaba con 34 años, por lo que eztraña el uso del bastón.  Deciderio debio haber sido un artesao o jornalero que aprendió a vivir de los frutos d ela tierra en una población en la que no hubo abismo de miseria.

El INBA adquirió la obra de Dolly van Derwee viuda de Orozco Muñoz en 1956 

 

Inscripciones

En el reverso "El año de 1851 a los 11 días del mes de febrero dia martes nació Don Manuel Deciderio Rojas ys e le retrató el 7de noviembre de 1885. Su estatura 2 varas y 2 cuarto de pulgada de alto. En Pma. del Rincón Hermenegildo Bustops. de aficionado pinto"

Imagen localizada en el catálogo de la exposición página 69

Descripción:

"Bustos se enfrentó a la representación de la apariencia física de sus paisanos, con la misma ambición de veracidad empleada para pintar bodegones y cometas. Si revisamos cronológicamente las sucesivas fases de su obra retratística, advertimos que hay una coherencia entre ellas. Sin embargo, en el tratamiento naturalista que desarrolla desde lo año cincuenta hasta el retrato de Luciano Barajas y su hijo Pedro (1872), podemos notar, en su pintura, una expresión aún contenida de su verismo, pues si bien éste transcribe exactamente las fisonomías, está todavía marcado por elementos iconográficos de una tradición anterior a la obra bustiana, la cual contiene un inventario de las joyas y accesorios que portan los sujetos. Durante este periodo, se complementan rostros y atuendos. A la imagen del personaje, se suma la inscripción que el pintor añade en el anverso y reverso del cuadro, indicándonos la fecha de realización y, en algunos, la edad del sujeto: "Se hizo este retrato el día 9 de junio de 1854, teniendo de edad 27 años 11 meses y 25 días".

Durante 22 años utilizó indistintamente lámina o tela como soporte y casi siempre presenta las figuras en tres cuartos de perfil sobre un formato rectangular.

No es un hecho aislado que Bustos realizara una pintura a partir de algún dibujo previo y sin contar con la presencia del modelo.

Para los años sesenta, Hermenegildo Bustos debió tener ya una bien ganada fama de retratista y un prestigio, consolidado por el parecido fiel que logra del sujeto, y creo, también, por la manera que presenta a sus modelos. Fue siempre "un prodigioso descriptor de hombres", como lo llama Paul Westheim: esta habilidad la constatamos durante toda su obra; sin embargo, durante esta etapa el tratamiento objetivo de sus rostros aún tiene el contrapeso de las formulas convencionales que el pintor impone al cuerpo de los sujetos, lo mismo que a sus manos ocupadas invariablemente por un objeto o bien con ademanes solemnes o afectivos. No hay que perder de vista que estamos ante un pintor "de encargo", y como tal tuvo que sujetarse en cierta medida a los deseos del solicitante y de cómo éste quiso o esperaba reconocerse en el retrato. Hermenegildo Bustos sabía perfectamente lo que debía o no pintar para complacer a sus clientes. En este periodo no sólo plasma rostros sino que refleja las mentalidades en los atributos que depositó en las manos de sus retratados. Por ejemplo, la mayoría de las mujeres pintadas por Bustos portan un libro, amén de la discreta coquetería de Mujer con flores (1862).

El pintor distingue a estas mujeres, exhaltando la peculiaridad de sus rostros. Sin embargo, un rasgo común las unifica…

Los hombres pintados por Bustos no necesitan enfatizar su religiosidad, sino su posición social y sus logros.

Todas estas referencias manifestadas por medio de objetos en los cuales subyacen contenidos que los trascienden, remite inevitablemente a las convenciones plásticas empleadas en los retratos de finales del siglo XVIII, a los trabajos de José María Estrada y, en general, a la pintura anónima jalisciense (de esta última, sobre todo, el tipo de información que aparece en la leyenda en la parte inferior de los cuadros).

Sin embargo, en este periodo Bustos no es totalmente fiel a la tradición, sino que la renueva con su deseo naturalista, actitud que le permite, tomar una distancia frente al pasado, para producir retratos de un realismo nítido, más acorde con los cambios de gusto que impone el siglo XIX. Por ejemplo, el hecho que desplace al reverso de la tela la tradicional leyenda escrita al frente, lo faculta para crear imágenes más limpias, más "reales", pues elimina la tensión en la superficie del cuadro, entre lo literario y lo propiamente pictórico."

(Aceves Piña, Gutierre, 1993, p. 16-18)