Descripción
De pie, con expresión serena, el canónigo y doctor en leyes José Domingo Sánchez Reza mira al espectador. En su rostro se traza una perfecta simetría, señalada por la nariz y las cejas, en la que el ojo derecho está colocado un punto más arriba en la línea de dirección que el otro; un cuidadoso dibujo marca las comisuras, los labios y las orejas. Su cabeza está cubierta con un solideo negro, y el traje eclesiástico se completa con capa y muceta negras, que cubren la parte superior de una sobrepelliz de encaje blanco rematada en sus mangas por finos adornos. La mano derecha está al centro del pecho con los dedos en señal de bendecir, mientras la izquierda sostiene un libro por el lomo.
Comentario
El canónigo Sánchez Reza encarna uno de los tipos de hombre público en Jalisco durante los años de formación del nuevo Estado nacional. Fue un clérigo que actuó con el respaldo del gobierno eclesiástico en los primeros gobiernos provinciales formados por "curas y letrados"; ejemplifica también a la nueva clase criolla en ascenso que tomará los puestos directivos después de la Independencia. Nació el 5 de agosto de 1779 en la hacienda de Santa Rosa,1 apartada región del norte neogallego más cercana a Zacatecas que a la capital provincial.
Su carrera eclesiástica comenzó al obtener una beca para estudiar en el seminario conciliar de Guadalajara en 1796. Su dedicación al estudio lo convertirá sucesivamente en bachiller en Artes (1798), profesor de formación para los alumnos de primer ingreso (1802) y posteriormente profesor de Filosofía y Cánones (1808). Asistió a la Universidad de Guadalajara, donde obtuvo el grado de licenciado en Cánones el año de 1806 y la borla de doctor en Leyes el 22 de octubre de 1809. Su carrera política se inició al ser nombrado "familiar" del obispo Juan Ruiz de Cabañas y Crespo, de quien recibió las órdenes sacerdotales. Con la influencia del prelado fue electo diputado a las Cortes españolas para el bienio 1813 - 1814. Para cumplir esta encomienda se le dotó con mil ochocientos pesos para viáticos que le permitieron realizar su odisea: del puerto de San Blas a Panamá, cruzar el istmo a lomo de muía, embarcarse en Chagres rumbo a La Habana y luego a España, donde se presentó a las Cortes el 29 de abril de 1814. Llevaba a la asamblea las siguientes peticiones: reducción de impuestos, establecimiento de una nueva agencia comercial dominada por los criollos, conversión de la diócesis en arquidiócesis, autorización para introducir manufacturas hasta entonces prohibidas, reformas en la minería, libre comercio con Asia, creación de una nueva oficina gubernamental bajo las órdenes del monarca, entre otras relacionadas con el fortalecimiento de la floreciente burguesía neogallega. Esta presentación al parecer sólo fue para cumplir el requisito, porque Fernando VII declaró ilegal la instalación y los trabajos de las Cortes el 4 de mayo, por lo que dejaron de sesionar el 10 del mismo mes. Esta nueva circunstancia convino a los diputados neogallegos, los cuales, como representantes del clero y del comercio, no aprobaban el liberalismo de la Constitución de Cádiz y, de acuerdo con su ideología, cambiaron la representación popular por prebendas, por lo que Sánchez Reza regresó a Guadalajara y al año siguiente ingresó al cabildo eclesiástico agraciado con media ración, desempeñándose sucesivamente como jefe del archivo y notario para casos especiales.
Sus relaciones con la corte madrileña fructificaron el g de noviembre de 1819, cuando obtuvo la propuesta del rey para presentarse como candidato a ración completa en el cabildo eclesiástico, que fue aprobada el 14 de abril de 1820 "con el acatamiento debido a carta de nuestro rey". Una vez restablecidas las Cortes españolas, fue nombrado representante por Guadalajara en 1820, presentándose el 29 de marzo del año siguiente.7 El apoyo del obispo Juan Cruz Ruiz de Cabañas al proyecto de Iturbide le significó al retratado ser uno de los primeros condecorados con la Gran Cruz de la Orden Imperial de Guadalupe en 1822. Por sus conocimientos de jurisprudencia, en 1832 el gobierno de Jalisco lo nombró junto con otros profesionales distinguidos para que redactaran un proyecto de código civil. La agitación prevaleciente por la defensa del federalismo ante el primer golpe santanista evitó que el Congreso se ocupara de asunto tan trascendental; no obstante, los nuevos aires lo favorecieron como representante del clero entre las filas locales del partido conservador, por lo que al año siguiente fue electo diputado para el Congreso local y el 19 de octubre de 183 para integrar la junta departamental que sustituyó a la asamblea legislativa.8
Por el fallecimiento de monseñor José María Hidalgo, fue designado, por unanimidad del cabildo, deán de la catedral de Guadalajara el 16 de enero de 1841; el 28 de septiembre de ese mismo año, por medio de una circular pública, instó a los eclesiásticos al juramento de las Bases deTacubaya. El gobierno provisional del general José María Jarero promulgó un decreto que lo nombró catedrático benemérito del Colegio de San Juan el 15 de marzo de 1843. Al año siguiente, el papa Gregorio XVI lo preconizó obispo titular de Macra, nombramiento que no aceptó. Al fallecer, el 8 de abril de 1845, los pobres del hospicio fueron los herederos de sus bienes, que sumaban más de treinta mil pesos.
Su trayectoria política siempre estuvo avalada por el gobierno de la diócesis y sustentada en una dedicación al estudio. Iguíniz anota que: "Fue un escritor elegante y un latinista consumado, como lo atestiguan sus escritos, y tanto en las cátedras como en el pulpito dio pruebas patentes de sus amplios conocimientos"10 y señala como prueba máxima de ese interés por el conocimiento que en los últimos años de su vida aún tomaba clases de inglés con fray Manuel de San Juan Crisòstomo Nájera. El historiador Luis Pérez Verdía reconoció entre sus cualidades "la experiencia del hombre versado en los negocios como auxiliar que fue en las labores del señor Cabañas y como diputado al Congreso de la Unión, a la vez que la corrección y la pulcritud de la forma literaria";no obstante esta afirmación, no se han encontrado pruebas de su nombramiento o elección al Congreso nacional.
En la Nueva Galicia, las colecciones iconográficas de las autoridades civiles o eclesiásticas tienen su origen, al igual que en la Nueva España, en los años siguientes a la conquista; en la austera Guadalajara del siglo XVII se comenzó una galería de obispos de la que podemos apreciar medio centenar de obras en el Arzobispado, el Museo Regional o colecciones privadas. Del museo provienen dos modelos conocidos por Estrada: el retrato anónimo de medio cuerpo del obispo Diego Camacho y Ávila, que se presenta con un libro en la mano usando los dedos como separadores y con la otra mano sobre el pecho, y el retrato de cuerpo entero del obispo don Juan Gómez de Parada, firmado en 1751 por Henríquez (¿Antonio o Nicolás?) y en el que el prelado aparece haciendo la señal de la cruz para bendecir a su grey. Un antecedente iconográfico inmediato, como bien lo señala Jaime Cuadriello, es el retrato del entonces cura de Tepatitlán, José María Hidalgo, fechado en la primera década del siglo XIX, en el que el personaje tiene la mano derecha sobre el pecho en señal de contrición, de acuerdo con el rito católico, y sostiene un libro con su mano izquierda, utilizando sus dedos como separadores de lectura. Es curioso que este retrato sea, por su cromatismo y composición, el antecedente más inmediato, puesto que fue precisamente al canónigo Hidalgo a quien suplió como deán el doctor Sánchez Reza.
José María Estrada siempre desarrolló su trabajo entre las élites del poder provincial, por lo que no fue ajeno al gremio eclesiástico, el cual apreciaba su trabajo, como lo demuestran los retratos realizados a los también canónigos Cesáreo de la Rosa (1837), Salvador Apodaca (1838), Mariano Guerra y Hurtado e Ignacio Mateo Guerra (1841) ¿los tres primeros aparecen con el libro de oración en la mano derecha.
El canónigo Sánchez fue retratado por Estrada en 1833, año en el que se presentó el trabajo de la comisión de códigos designada para suplir los reglamentos particulares de la era colonial; esta circunstancia está sugerida por el libro que el retratado sostiene en su mano izquierda, significando al personaje como el legislador que nos ofrece su obra. Por otra parte, considerar el gesto de la mano derecha como inicio de la señal de la cruz, confirma su investidura religiosa.
La búsqueda de raíces de la cultura nacional impulsada a partir de la Revolución de 1910, encontró en los retratos de José María Estrada y sus contemporáneos el inicio indiscutible de un arte nacional. El pintor Roberto Montenegro observó en esta serie de retratos elementos suficientes para considerarlos como la pintura "más genuinamente mexicana posterior a la conquista", y destacó que la composición en los cuadros de Estrada "es perfecta en el equilibrio lineal, sin fondos que distraigan al sujeto y dan tanta importancia al parecido como a los más insignificantes detalles. Los tonos, a veces obscuros, a veces claros, son siempre de una rara elegancia, y con refinada discreción se sostienen dentro de una perfecta armonía."13 Esta necesidad de valorar culturalmente lo realizado en México al margen del arte académico propició el surgimiento de mitos en torno a los creadores del retrato popular surgido en la provincia durante los años de formación nacional, y proporcionó a los artistas posteriores al movimiento de 1910 un supuesto origen del arte moderno en México. El historiador de arte Justino Fernández reconoce dos tendencias en la obra del pintor jalisciense: una que tiende a lo abstracto y decorativo y otra al naturalismo o realismo ingenuo, sobre todo en los rostros, en las miradas; de acuerdo con esta idea, el retrato del canónigo pertenece a la tendencia abstracta, que sintetiza. Fernández opina también que "la severidad del conjunto se amortigua un poco gracias a los encajes de la parte baja y al movimiento novedoso que dio a la mano derecha".
El soporte principal del retrato es el color del rostro, que aparece como zona áurea; la composición de blanco y negro destaca la fisonomía y la actitud. En esta obra, Estrada da cuenta de su principal virtud: la copia de figuras; su atención está centrada en el dibujo como base de la pintura, el color es un juego para agradar a la vista. La falta de volumen es suplida por las texturas que se asumen como significativas de la investidura del personaje.
El retrato cumple con su idea de permanencia y nos vincula con un periodo relevante en la conformación del Estado nacional, en tanto que representa al personaje del clero que después de la Independencia mantuvo sus ideas de conservación del orden colonial y su criollismo autonomista respecto de España. Esta idea del retrato en las primeras filas del poder nos permite una visión en perspectiva de la estructura social de la época; Sánchez Reza no fue gobernador ni obispo de Guadalajara, no obstante, su poder de influencia está manifiesto en su actuación pública.
El retrato perteneció a la colección de Crispiniano Arce y fue adquirido por la Secretaría de Educación Pública en 1937 para formar parte de la sala "José María Estrada" del Palacio de Bellas Artes.
Inscripciones
[En el reverso, al centro:]
Junio dies D 1833 / R.° del D. D.Jose Domingo Sánchez Re[za] / Canonigo de Guadalaj." a los 53 a de / edad. // Ha sido Gob.r Prov.' yVic." gral. del Obpado / en sede plena y en vacantes. Ocupo al Ar / deanato. de la mismaYg." Cated.1 el 2 de efnero] / de 1837. // Josefus Estrada mejefcit].