Museo Nacional de Arte

Alegoría de la Constitución de 1857




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Alegoría de la Constitución de 1857

Alegoría de la Constitución de 1857

Artista: PETRONILO MONROY   (1836 - 1882)

Fecha: s/f
Técnica: Óleo sobre cartón
Tipo de objeto: Pintura
Créditos: Museo Nacional de Arte, INBA Donación Patronato del Museo Nacional de Arte, A.C., 1997
Descripción

Imagen localizada en el catálogo de la exposición página 145

Descripción:

"El porfiriato marcó toda una época de arreglo entre los mexicanos, que alejó la tragedia de la guerra civil; por lo menos pactaron las facciones, los caudillos y los caciques. La cara del régimen fue el progreso –ferrocarriles, fábricas, aduanas, puertos, haciendas y minas-; las instituciones científicas, la filosofía positivista, la internacionalización de nuestras materias primas; pero también la oligarquía centralista y la represión. Eso sí, regido por los preceptos del sistema jurídico republicano para el ejercicio del poder público: presidencial, legislativo y judicial; normatividad que se definió por la promulgación de la Constitución de 1857, varias veces reformada, misma que asignó derechos y obligaciones a una ciudadanía igualitaria.

Los eventos heroicos de la defensa del sistema republicano quedaron acentuados en los compendios de las artes visuales, glorificados como fundacionales en la ruta de la construcción del Estado moderno; y de una identidad definida y postulada por el ideario de la política cultural liberal. El discurso simbólico y alegórico patrio estuvo marcado por el rescate de un panteón de héroes –que había iniciado curiosamente Maximiliano de Habsburgo- entre los que estaban Hidalgo, Morelos y Guerrero, obras que fueron encargadas a algunos de los alumnos de la antigua Academia de San Carlos, cuya galería de efigies emblemáticas se encuentra en el Palacio Nacional. A esto se sumó la voluntad de los creadores de la historia patria oficial por generar una visión de Porfirio Díaz como el héroe en vida: el héroe de la batalla de 2 de abril en Puebla contra los franceses.

La Escuela Nacional de Bellas Artes (antigua Academia de San Carlos), regida desde 1867 por la Secretaría de Justicia e Instrucción Pública, motivó a sus mejores exponentes para que hicieran composiciones de los orígenes épicos de la identidad mexicana, desde las civilizaciones prehispánicas y, sobre todo, de las fundaciones y las glorias de los imperios de Anáhuac, como los aztecas. Así como de la cruenta conquista por un enemigo europeo insaciable de riquezas –desde el punto de vista de esta postura ideológica-: El descubrimiento del pulque (1869), El Senado de Tlaxcala (1875) o El suplicio de Cuauhtémoc (1893), por ejemplo, de José María Obregón, Rodrigo Gutiérrez y Leandro Izaguirre, respectivamente.

Estas idealizaciones artísticas integraron el esfuerzo por generar una historia local y una historia iconográfica sobre conceptos nacionales, con una estilística derivada de los modelos y las tendencias contemporáneas y clásicas de la Europa occidental. Las alegorías del liberalismo y de su Carta Magna tuvieron su personificación dotada de la tradición figurativa grecolatina para erguir la imagen de la Constitución. A partir de 1867 aparecieron estas construcciones figurativas; basta señalar la Alegoría de la Constitución, que en una versión boceto y en dos definitivas que hoy existen de Petronilo Monroy, se puede constatar su resonancia con las representaciones de las virtudes, de lasbacantes [sic] o de las musas. Suspendida en el cielo intemporal, la encarnación femenina de la Constitución del 57 porta las tablillas de la nueva ley y una corona formada de murallas que la identifica con la polis".

(Rodríguez Rangel, Víctor T., 2010, p. 132 ,137)