Nicolás Rodríguez Juárez fue, junto con su hermano
Juan, miembro de la cuarta y última generación de la dinastía de pintores
fundada por Luis Juárez. Esta obra posee todas las características de un
retrato oficial: un personaje de pie al centro de la composición y ataviado con
suntuosas vestimentas, un lujoso mueble a su lado y sobre éste algunos objetos que
remiten a su oficio, además de un rico cortinaje a sus espaldas. Normalmente,
estos elementos se empleaban en retratos de autoridades civiles, militares o
religiosas, o bien en el caso de miembros de familias nobles; ocasiones en las
que se añadía un escudo para identificarlos. Llama la atención el hecho de que un
niño fuera objeto de un retrato, sobre todo que se realizara con el esquema
anterior. Esto pone en evidencia la importancia del linaje del pequeño de sólo
cuatro años, que, según la cartela que lleva en la mano, estaba emparentado con
el obispo de Puebla. Atrás de la mano izquierda de Joaquín Manuel se asoma la
empuñadura de una espada, cuya punta hace lo propio bajo el borde de su casaca;
esto lo vincula con una posible y futura carrera militar. Esta obra ingresó al
MUNAL procedente de la Pinacoteca Virreinal de San Diego en el año 2000.