Museo Nacional de Arte

Sacra plumaria de la Eucaristía




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Sacra plumaria de la Eucaristía

David Álvarez Lopezlena

Sacra plumaria de la Eucaristía

Artista: AUTOR SIN IDENTIFICAR (siglo XVI)   ((activo a mediados del siglo XVI))

Técnica: Mosaico de plumas sobre madera con platería
Tipo de objeto: Ornamento
Créditos: Museo Nacional de Arte, INBA Donación Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, 1993
Descripción

Descripción

Se trata de un tríptico del siglo XVI, con aplicaciones de platería, cuyas dos hojas laterales sirven de guardas al tablero central y que, al cerrarse, permiten apreciar el forro de terciopelo rojo, que seguramente no es de la época. Se compone de un marco moldurado en forma trilobular y del mosaico propiamente dicho: en su parte más alta una escueta representación del Calvario, y en la parte media una composición de La Ultima Cena ¿ son once apóstoles quizá para no incluir al traidor Judas, y sólo uno de ellos se encuentra sentado en el lado opuesto y de frente a Cristo. El resto del tablero lo ocupa un texto en letras góticas, precedido de una capitular adornada con una cenefa: allí se leen en latín las mismas palabras que pronunció Jesucristo en el momento de la institución de la Eucaristía, cuando consagró el vino y el pan en vísperas de su Pasión. En las hojas laterales están representadas las figuras de cuerpo entero de san Pedro (a la izquierda) y san Pablo (a la derecha) que, con sus atributos tradicionales en la mano, dirigen su mirada hacia la mesa del cenáculo, por lo que su rostro está girado de perfil respecto al cuerpo, que aparece de frente. Por desgracia ha perdido la mayor parte de su colorido original y su peculiar efecto iridiscente.

  Jorge Alberto Manrique bien ha observado que la aldaba de platería, que simula tres caritas de influencia manierista, está trabajada en la técnica de la cera perdida y cincelada con posterioridad. Con el mismo material y sobre el recubrimiento de terciopelo "se han marcado las patas dobles de las charnelas ¿subraya este autor¿, también coetáneas [y] una orla de galón de hilo de plata y [la dicha] magnífica aldaba, [y que] ésta por sí misma en su pequeña dimensión es una magnífica pieza de platería".

Comentario

La profunda admiración de cronistas y misioneros por el arte de la plumaria, una re finada técnica indígena de composición mixta, sin duda propició que fuera reutiliza da como un instrumento de apoyo en sus programas de conversión y propagación cristiana. Pero también fue empleada, bajo un antiguo concepto de labor monástica, como medio de "redención manual" para los viejos y nuevos amantecatl adiestrados en los oficios de la escuela de San José de los Naturales de fray Pedro de Gante.2 Estos productos, considerados de "arte mecánica", además de curiosos y sincréticos, estaban destinados tanto para vestir el ajuar litúrgico de la alta jerarquía como para ser remitidos a la corte de los Austria en calidad de obsequios "maravillosos" del Nuevo Mundo.

  La hechura del tríptico Sacra plumaria de la Eucaristía obedece a las necesidades propias del ajuar litúrgico ya que, por su mismo contenido textual, se sirve del formato de una "tabla de consagración", es decir, se trata de un instrumento que siempre acompañaba la mesa sacerdotal para que el oficiante invocara "el misterio de la transubstanciación" de las especies, de la misma manera que hoy se usa un misal canónico. Además, una de sus escenas conmemora la máxima institución cristológica: el sacramento de la eucaristía, y queda asociada con el sacrificio de la redención del mundo. De aquí también se explica la presencia iconográfica de san Pedro y san Pablo, las piedras fundamentales de la Iglesia apostólica, guarneciendo ¿ ¿y apadrinando?¿ el texto de la fórmula empleada en este rito de consagración.

  Esta obra debe relacionarse con otra "sacra" que conserva el Kunsthistorisches Museum de Viena, de forma y contenido muy semejante, salvo por los apóstoles Pedro y Pablo que allí son sustituidos por la escena de la Anunciación. Pero la similitud es evidente, sobre todo ¿ al grado de pensar que se trata de obra de las manos de los mismos amanteca, ya que estas piezas se trabajaban en equipo¿, con la sacra que custodia el Metropolitan Museum of Art de Nueva York, no obstante que este último conserva toda la delicadeza y el cromatismo del plumaje original.

  Estas tres piezas, al parecer de origen patzcuareño, constituyen, con todo, los únicos ejemplos sobrevivientes en su género (que con toda propiedad pueden llamarse "sacras"), y en donde mejor se palpa la habilidad indígena para reproducir con nitidez y precisión los difíciles elementos caligráficos (que al igual que las figuras se hallaban dibujados previamente sobre el soporte).

  Por su hechura, de condición sincrética, y por el uso de un tema sacramental propio de la liturgia introducida en América, bien podría plantearse una probable lectura iconológica común a todas ellas. Con la presencia central del Calvario, los frailes, mentores y apóstoles de los indios, darían a entender que la gran obra de salvación cristiana era justamente "universal" y por lo tanto extensiva a todos los hombres racionales y poseedores de un alma que, al hallarse en estado de gracia, resultaba para ellos la verdadera admiración del Nuevo Mundo. Según fray Bartolomé de las Casas, precisamente merced a la sofisticación del arte de "la pluma rica", los indígenas daban testimonio de su "racionalidad" al realizar cosas "dignas de ser presentadas a Príncipes y Reyes y Sumos Pontífices".

  Esta pieza, que probablemente salió de México desde la época colonial, fue adquirida en la casa de antigüedades López en Madrid el año de 1947 por el historiador del arte argentino Héctor Schenone. Por recomendación de Jorge Alberto Manrique y Nelly Sigaut fue adquirida y restituida a México, desde Buenos Aires, en 1992. Ingresó al Museo Nacional de Arte como donación del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, y con la colaboración de una campaña institucional de recaudación de fondos.

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