Museo Nacional de Arte

Danza del Xóchitl Pitzahuac




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Danza del Xóchitl Pitzahuac

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Danza del Xóchitl Pitzahuac

Artista: RAMÓN CANO MANILLA   (1888 - 1974)

Fecha: 1930
Técnica: Óleo sobre tela
Tipo de objeto: Pintura
Créditos: Museo Nacional de Arte, INBA Acervo Constitutivo, 1982
Descripción

Imagen localizada en el catálogo de la exposición página 98

Descripción:

"Las costumbres y tradiciones del campo mexicano adquirieron un carácter bucólico en la obra de Ramón Cano Manilla y en la de otros artistas educados en la tradición de Escuelas de Pintura al Aire Libre, como Ezequiel Negrete Lira. A este respecto, Fausto Ramírez ha señalado que "la pintura recogió, en muchos casos, las experiencias campesinas de artistas de orígenes rurales, ya filtradas por la experiencia de la ciudad o adaptadas al gusto de los consumidores urbanistas". Es por esta razón que no sorprende el carácter idílico de varias de las representaciones. (FIG 21)

Un claro ejemplo es La danza de Xóchitl-Pitzáhuac (FIG. 72) de 1930. Cano Manilla retrata una escena que tiene lugar en el municipio de Hueyapan, en la sierra norte de Puebla, donde se mantiene una danza de tradición ritual y de origen azteca, según el propio artista: "Esta danza no es de carácter popular, sólo se baila en los casamientos, bautizos, vestida de niños y otras fiestas, pero de carácter familiar, íntimo".

LA obra de Cano Manilla tiene una clara referencia autobiográfica pues describe y pinta lo que era la danza en la última década del siglo XIX, cuando el artista era un niño y la bailaba:

La música iniciaba los primeros acordes de la danza. Todos los que tomaban parte de ella, eran los novios, padrinos, padres y los primeros parientes de los novios, todos ellos portaban sus rosarios a manera de escapularios, se presentaban en el lugar elegido para danzas; se acomodaban en dos filas; en una el novio y los suyos; en la otra, la novia y su compañía. Estando a metro y medio de distancia unos y otros, el "Tehuehueyo" daba la señal, al compás de la música, todos se movían bailando pero sin cambiar de lugar. A otra señal del "Tehuehueyo" (el más viejo de ellos que hace las veces de Maestro de Ceremonias) se acercaban unos y otros para hacerse una reverencia. Se inclinaban primero hacia delante y después a derecha e izquierda, para bailando siempre, retroceder a sus lugares sin darse la espalda. Esto lo ejecutaban tantas veces como danzantes había en uno de los lados.

Después que terminaba esta primera fase de la danza, venía el cambio de rosarios a la orden del "Tehuehueyo". […]

Después de hacer nuevas reverencias, […] comenzaban a danzar en círculos y por un solo lado como en el escenario de un teatro iban saliendo, para dejar libre el local para los demás parientes. La danza tenía una duración más o menos de media hora.

Si se sigue la descripción de Cano Manilla al pie de la letra, el cuadro representa uno de los primeros momentos de reverencia dentro de la danza. Lo notable, además del detalle de la composición, es el sentido de comunidad que se expresa al pintar una acción inscrita en una tradición que fomenta el sentimiento de solidaridad y de protección mutua. Su visión de la vida cotidiana del campesino responde, sin lugar a dudas, a recuerdos nostálgicos de su niñez y juventud, pero también a una construcción conceptual del "primitivismo" ligado al nacionalismo artístico de las décadas de 1920 y 1930."

(Garay Molina, Claudia, 2013, p. 47-48)