Museo Nacional de Arte

La imposición de la casulla a San Ildefonso de manos de la Virgen




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La imposición de la casulla a San Ildefonso de manos de la Virgen

La imposición de la casulla a San Ildefonso de manos de la Virgen

Artista: LUIS JUÁREZ   (1585 - 1639)

Fecha: ca.1615
Técnica: Óleo sobre tela
Tipo de objeto: Pintura
Créditos: Museo Nacional de Arte, INBA Acervo Constitutivo, 1982
Descripción

Descripción

San Ildefonso, arzobispo de Toledo, inmerso en una visión de "arrobo celestial" y rodeado de un coro de ángeles y vírgenes, cae de hinojos para recibir de manos de la Virgen ¿auxiliada por un ángel una casulla episcopal que, junto con el alba, la estola y una mitra, le confirmarán ese rango eclesiástico. La Virgen María, sedente en un banco de nubes, ciñe una corona imperial de cuatro bandas y luce una larga y rizada cabellera que cae sobre su capa. A sus espaldas se ven dos doncellas que forman un séquito o "asisten" a la Virgen en el papel de damas cortesanas. Los ángeles de cabelleras rubias y ensortijadas, alas muy abiertas y afiladas ¿rasgos típicos del artista y que popularizaron en México las pinturas de Martín de Vos ¿ colaboran en sostener los ornamentos aludidos. Por el efecto de veladura se confunden entre las nubes otras personificaciones virginales que también atestiguan este hecho portentoso. San Ildefonso luce aureolado, con una mancha sobre los labios que no acaba de parecer bigote y, en un gesto contemplativo, eleva su vista y abre las palmas en señal de sumisión y agradecimiento.

 

Comentario

La imposición de la casulla a san Ildfonso fue narrada por el obispo Cixila (sucesor de san Ildefonso en la mitra de Toledo) y tuvo lugar durante una "descensión de la Madre de Dios" para agradecer al pastor sus tratados y composiciones litúrgicas en loor de su perpetua virginidad, probablemente la madrugada del 18 de diciembre del año de 665. En la iglesia basilical de Santa María de Toledo, muy de mañana y todavía en penumbra, se habían presentado Ildefonso y el rey Recesvinto y sus respectivos séquitos para celebrar la festividad de la Virgen. Al abrir las puertas del templo, un torrente de luz cegó a los presentes e, impresionados o temerosos, todos huyeron. Tan sólo el obispo, sereno y confiado, penetró hasta el presbiterio, donde contempló a la Virgen ¿rodeada por un grupo de doncellas que entonaban "los salmos del rey David" ¿, que había tomado asiento en la misma cátedra que el titular usualmente ocupaba. Arrodillado al pie del altar, Ildefonso escuchó de labios de la Virgen el siguiente exhorto: "Acércate a mí, siervo queridísimo de Dios. Recibe de mi mano este regalo, que traje para ti del tesoro de mi Hijo, para que lo uses tan sólo en mi día; y, puesto que con los ojos de la fe siempre permaneciste en mi servicio, en el futuro gozarás en mis moradas con los otros siervos de mi Hijo." Luego de lo cual, la Señora se esfumó "juntamente con las vírgenes que la acompañaban y la luz resplandeciente que había llenado el templo".2

  El tema de La imposición de la casulla a san Ildefonso también fue llamado La descensión de la Virgen o La investidura celestial del obispo y es, sin duda, el pasaje más significativo ampliamente recogido por la literatura y el arte. Esta visión de un "obsequio mariano" fue usada por los poetas y dramaturgos medievales tardios y los del siglo de oro español, tales como Gonzalo de Berceo, Alfonso X el Sabio, y más tarde por Luis de Góngora, Juan de Jáuregui, Pedro Calderón de la Barca, Lope de Vega y José de Valdivieso.

  Hasta donde se sabe, en la Nueva España del siglo XVI la primera representación de la

"imposición" aparece de forma muy temprana en un grabado libresco: la xilografía aún de trazo gótico que ilustra el Tripartito de Juan Gerson de 1544, impreso por orden del arzobispo fray Juan de Zumárraga. Es además, según García Icazbalceta, el grabado más antiguo en América que presenta una composición de figuras y pieza fundamental en la historia de la imprenta mexicana.4 En efecto, la representación es bastante fiel al pasaje legendario: la Virgen, de pie y tocada de una corona muy similar a la pintada por Xuárez, coloca ¿auxiliada por una doncel la¿ el ornamento litúrgico a un san Ildefonso de cabeza tonsurada, puesto de rodillas y con las manos en oración. Otra virgen sostiene la mitra, una más la cruz pastoral y una cuarta su palma de martirio; esta última probablemente recuerda a santa Leocadia, patrona mártir de Toledo desde los tiempos de la persecución romana, cuyos restos exhumó el arzobispo en el siglo VI. Estas vírgenes que asisten o presencian la escena probablemente aludan a ella y curiosamente también se encuentran en la iconografía respectiva de Diego Velázquez (1623) con el mismo efecto difuminado y evanescente.

  La tabla de Xuárez del Museo Nacional de Arte ha sido muy elogiada como paradigma del gusto manierista que aún permeaba en la pintura durante los primeros decenios del siglo XVII y es, junto con otra obra homónima que guarda la Pinacoteca Virreinal de San Diego (según Ruiz Gomar mal atribuida a Xuárez), una de las primeras representaciones hasta hoy conservada de un tema que luego será harto frecuente en la plástica virreinal. No debe olvidarse que los padres jesuitas titularon su afamado Colegio de San Ildefonso en recuerdo del que años atrás habían erigido en Toledo con el mismo nombre.

  Aparte del gran cuadro de la Pinacoteca, esta tabla debe relacionarse con otra atribución mal fundada a Xuárez y del mismo tema que custodia la catedral de Quebec (indudablemente novohispana del primer tercio del siglo XVII) y, sobre todo, con el espléndido lienzo recién atribuido al dominico Alonso López de Herrera que aún custodia su comunidad de la ciudad de México. Aunque resultan estrictamente contemporáneos, su relación es más de carácter iconológico que formal o estilística. La obra de López de Herrera destaca por su preferencia por el dibujo en oposición a la pincelada difusa y los toques evanescentes que usualmente empleaba Luis Xuárez.

  Sin precisar su procedencia, don José Bernardo Couto ya se refería a esta "Aparición de la Virgen a san Ildefonso" de Luis Xuárez como parte de las colecciones de la Academia, reseñadas en su Diálogo... (1860). Es muy probable que se trate de una obra realizada por encargo de la Compañía de Jesús ya que Xuárez no sólo trabajó para el colegio de San Ildefonso (según noticia del mismo Couto), sino también debe considerarse que el grueso del lote formado por él para la Academia procedía de los bienes incautados a los jesuitas desde la época de la expulsión.6 Desde 1982 forma parte del acervo constitutivo del Museo Nacional de Arte.