Museo Nacional de Arte

Ocios de Dn. Francisco Eduardo Tresguerras (Gravador y Profesor de las tres Bellas Artes). Poesías varias y Prosas divertidas: Crítico-apologéticas. Todo adornado con argumentos, alusiones y viñetas, dibujadas por él mismo.




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Ocios de Dn. Francisco Eduardo Tresguerras (Gravador y Profesor de las tres Bellas Artes). Poesías varias y Prosas divertidas: Crítico-apologéticas. Todo adornado con argumentos, alusiones y viñetas, dibujadas por él mismo.

Ocios de Dn. Francisco Eduardo Tresguerras (Gravador y Profesor de las tres Bellas Artes). Poesías varias y Prosas divertidas: Crítico-apologéticas. Todo adornado con argumentos, alusiones y viñetas, dibujadas por él mismo.

Artista: FRANCISCO EDUARDO TRESGUERRAS   (1759 - 1833)

Fecha: 1801
Técnica: Tinta y acuarela sobre papel
Tipo de objeto: Dibujo
Créditos: Museo Nacional de Arte, INBA Donación Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, 1993
Descripción

Descripción

Se trata de un tomo de medio pliego que mide 3 2 X 2 2 cm, empastado en piel y en el lomo grabada la palabra OCIOS. Consta de 147 fojas numeradas por el mismo autor, de las cuales sólo 107 están escritas por ambas caras. Como bien se aclara en la portada, los textos se acompañan de docena y media de viñetas de muy distinto formato, hechas a la acuarela y tinta, y distribuidas conforme los temas de que se ocupa el autor. En la última de forros está adherido un impreso a plana entera. Todo en perfecto estado de conservación.

Comentario

En 1796 el artista celayense Francisco Eduardo Tresguerras, residente entonces en la ciudad de Querétaro, comenzó a escribir una suerte de autobiografía, colección de poemas y crítica de arte que llamó: Ocios literarios y otras piezas apologéticas (hoy en el Fondo Reservado de la Biblioteca Nacional). Se trata de un manuscrito misceláneo de 200 fojas en un cuarto donde refundió poesías y prosas varias que, en distintos borradores, venía mostrando a sus contertulios desde años atrás. En 1962 fue publicado íntegramente por el Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM con prólogo, transcripción y notas del historiador Francisco de la Maza.1 En realidad, las tres cuartas partes de este documento están redactadas en forma de autodefensa profesional, en tono jocoserio, y responden a los libelos difamantes de sus adversarios y colegas.

  Quizá agotado el primer cuaderno justo al finalizar el siglo XVIII, Tresguerras inició en 1801 la escritura del presente tomo, ahora con formato de medio pliego, y lo tituló de un modo similar, aunque por su carácter y contenido difiere en mucho del sentido apologético y beligerante del primero; sin olvidarse, claro está, del carácter memorioso del género autobiográfico: el uso de la primera persona.

Ambos están escritos en letra muy menuda, casi siempre de molde, formando gruesos párrafos interrumpidos por notas eruditas y múltiples llamadas cómplices que, por entonces, tan sólo entendían sus amigos y conocidos.

  Para hacer más enfático este registro de su vida y de sus desvelos poéticos solía aliñar el texto con hermosas viñetas, realizadas con soltura y gracia: primero hacía los trazos abocetando con lápiz o tinta, enseguida aplicaba más tinta con una pluma de canutillo y luego, con pinceles muy finos, en algunos casos "iluminaba" a la acuarela; es decir, coloreaba pacientemente figuras y fondo usando con destreza esta técnica que no admite correcciones. Aparte de mostrar virtud e ingenio, algunas viñetas pueden tenerse como composiciones temáticas con valor plástico por sí mismas y otras como autorretratos que ilustran algunos episodios, reales o ficticios, en los que el artista se halló involucrado. La afición por la escritura la conservó hasta su muerte, ocurrida a causa de la primera epidemia de colera morbus, que asoló al país en 1833; y hasta donde se tiene noticia se trata del primer artista mexicano que narró en forma directa o alegórica "su vida" y que, como puede constatarse, es tanto una confesión de su amor por las artes como un desahogo personal. La autobiografía es un género que se constituye y populariza como tal en el Siglo de las Luces y obedecía paradójicamente al espíritu crítico y racional de entonces, pero también a motivaciones meramente pasionales.

  Es evidente que Tresguerras estaba muy consciente del valor literario y documental de sus textos. En su testamento fue muy cuidadoso al encomendar a sus herederos su custodia y conservación: "Los escritos por mí ya un por mi mano, jamás se vendan sino que por mi memoria guárdense por mi familia y descendientes." Y a continuación pasaba a describirlos: "Un tomo de cuarto titulado Ocios de Tresguerras y algunas piezas apologéticas, otro con el mismo título en pasta y medio pliego, con muchas arregladas pinturas y en lo más verso." Ambos manuscritos son, pues, complementarios, aunque no puede decirse propiamente que el segundo se trate de la continuación de un proyecto unitario o narrativo, menos aún dado el contenido mucho más diverso de sus materias.

  Al dar a las prensas el primer manuscrito, el doctor De la Maza se había percatado antes que nadie de la intrincada cultura literaria de Tresguerras, así como de su personalidad artística tan compleja y señera, y es por eso que lo consideraba tan importante tanto para la historia de las letras mexicanas como para la del arte. La reciente aparición de esta parte inédita, pues, debe celebrarse como un hecho afortunado ¿e insólito¿ para la historiografía de ambas ramas de las humanidades.Es, además, un producto caligráfico muy pulcro, con muy pocas enmendaduras o autocensura; y lo mismo puede decirse de la cuidada ortografía y la abrumadora cantidad de notas y apostillas que salpican los párrafos.

  En comparación con el tratamiento monocromático del primer volumen, es sorprendente la calidad y precisión que Tresguerras ha alcanzado en el dominio del dibujo y el colorido. No pueden equipararse en viveza y variedad: este tomo es la mejor prueba para confirmar su fama de dibujante que, pese a sus críticos, siempre le había acompañado y que él mismo se encargaba de pregonar. La diferencia entre el número de fojas escritas y vacías se explica por la inesperada muerte de su autor quien, al parecer, escribió la totalidad de este libro a lo largo de tres decenios y ya reinstalado en la ciudad de Celaya.

  También contrasta el contenido mucho más diverso e informal de este tomo, es, propiamente, más una "libreta" artística y miscelánea. No obstante su carácter vario, es indudable que todo el trabajo responde a la máxima horaciana que seguía cualquier artista culto del Renacimiento y del barroco: Ut pictura poesis, erit (Que la pintura sea poesía), tal como señala el epígrafe de la portada. En este contexto, no es casual que aquí aparezcan, en los flancos, presidiendo la carátula, las personificaciones iconológicas de la Pintura y la Poesía con sus atributos en mano y señaladas, además, por los trofeos respectivos que descansan en unas ménsulas, mismas que hacen marco a un mascarón que es, sin duda, la manifestación solar de un Apolo musageta y radiante.2 Con ello quiere decir que sus trabajos plásticos y poéticos constituyen un solo universo artístico. Otras viñetas intentan denotar ¿casi siempre mediante la interrelación emblemática de un mote, una figura y un comentario¿, todo el mensaje ejemplar, amoroso o religioso de los Ocios.

  A lo largo de sus apretadas fojas, se pueden enumerar alrededor de sesenta "entradas" o cambios de asunto, mismos que guardan generalmente un orden cronológico, por lo que, en contraste con el tomo primero, aquí se diluye el sentido convencional de una organización capitular o episódica. Es imposible hacer aquí un listado o descripción pormenorizado de cada parte, pero sí conviene reseñar brevemente algunos temas, motivos y asuntos allí referidos. No se trata de un índice con pretensión de organizar "su materia" sino tan sólo de una pauta informativa: prólogo y tres epígrafes; una colección de siete emblemas de asunto fúnebre, amoroso, sacro y moral; una serie de poemas pastoriles y eróticos; los correspondientes "envíos" o respuestas de los amigos poetas que celebran sus creaciones; varias décimas y sonetos para acompañar imágenes de devoción y una pira funeraria; décimas para un vi a crucis; un discurso fúnebre y el proyecto de un cenotafio con el retrato de su joven amigo, el poeta fray Manuel de Navarrete; unos comentarios eruditos sobre la lengua y la historia; poemas que celebran el estreno de templos, capillas y retablos; oraciones piadosas a la Dolorosa y santa Margarita; un obituario de celayenses ejemplares y famosos; una relación histórica y crítica de la guerra de Independencia; una colección de 3 2 proverbios o refranes con sus equivalentes emblemas a modo de "programa" pictórico; letra y música para tres salves y un motete; una memoria de la Jura de Independencia en Celaya; una narración ejemplar llamada "pasaje verdadero y horroroso sobre la muerte improvisa de un hombre descuidado"; cinco "pitipiezas" o cuadros históricos sobre las atrocidades cometidas por los sanguinarios insurgentes y realistas, una sátira contra la "madrastra doña España"; el epitafio de Albino García, y la apología del padre Morelos. En la obra en verso pueden encontrarse romances, silvas, sonetos, décimas y odas.

  Confiado en "la estimación que pide el agradecimiento paternal", Tresguerras creía conveniente preservar sus escritos de la dispersión y el olvido. Todavía en 1842 don Manuel Payno, de paso por Celaya, hizo una visita a casa del artista y por cortesía de sus hijas revisó algunos escritos que allí se encontraban. Es posible suponer que para hacer el esbozo biográfico que publicó en el tomo II del Museo mexicano (donde también dio a conocer la llamada "Carta autobiográfica") tuvo en sus manos este documento. De la Maza tuvo noticia de este tomo y otros papeles tresguerrianos gracias a un informe escrito por el arquitecto Federico Mariscal en 1931, entonces su propietario, y que dice a la letra: "El libro manuscrito que también luce viñetas, las mejores y más bien dibujadas, revela el entusiasmo de Tresguerras por el movimiento de la Independencia de la N. E. , pues en él defiende con gran ardor a los que abrazaron esa causa. Contiene este libro además, muchas composiciones religiosas u oraciones en verso, dos salves y un motete al Niño Jesús, con la música también compuesta por Tresguerras y 33 proverbios comentados en verso.

Entre las notas hay una última relativa al insurgente Albino García, en que hace referencia a las autoridades que había en Celaya en 1831; por tanto este libro fue de lo último que escribió este notable artista." Nunca más el arquitecto Mariscal se ocupó de estos asuntos así como de facilitar su consulta.

  Informes recabados del último propietario de los Ocios señalan que pasó a poder del doctor Efrén Núñez Mata como un obsequio del coleccionista Salomón Hale. Luego de ser puesto a la venta, el Museo Nacional de Arte emprendió las gestiones necesarias para adquirirlo, lo que se consiguió en 1993, mediante la ayuda del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes.3

 

NOTAS

1 Francisco Eduardo Tresguerras, Ocios literarios, edición, prólogo y notas de Francisco de la Maza, México, IIE-UNAM, 1962.

2 Este mismo elemento lo usará en el pórtico del teatro Alarcón de San Luis Potosí, construido el año de 1826.

3 Los dos manuscritos tresguerrianos fueron reunidos en la exposición Juegos de ingenio y agudeza: La pintura emblemática de la Nueva España, México, Museo Nacional de Arte, INBA, noviembre de 1994- marzo de 1995.