Museo Nacional de Arte

Licencia para las pinturas del templo parroquial de San Simón Yehualtepec




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Licencia para las pinturas del templo parroquial de San Simón Yehualtepec

David Álvarez Lopezlena

Licencia para las pinturas del templo parroquial de San Simón Yehualtepec

Artista: JUAN MANUEL YLLÁÑEZ DEL HUERTO   ((activo en la segunda mitad del siglo XVIII))

Fecha: ca. 1790 - 1791
Técnica: Tinta y acuarela sobre papel
Tipo de objeto: Dibujo
Créditos: Museo Nacional de Arte, INBA Donación Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, 1996.
Descripción

El martirio de los niños tlaxcaltecas: Cristobalito, Antonio y Juan, en Licencia para las pinturas del templo parroquial de San Simón Yehualtepec, 1790-1791

PÁGINA EN DÓNDE SE LOCALIZA: Imagen localizada en el catálogo de la exposición página 169

Descripción:

"Junto con los bautizos de caciques, la tradición indígena encontró otro tema de orgullo: el de los niños mártires de Tlaxcala. El primero que recopiló la narración fue fray Toribio de Benavente, Motolinía, fuente de la que bebieron todos los autores posteriores: cronistas, autores teatrales y pintores. Entre todas las representaciones plásticas, una de las más ricas fue la realizada por el pintor Yllanes, basada en una acuarela y encargada por el sacerdote mestizo Ignacio Faustinos Mazihcatzin, cura descendiente de la nobleza indígena de Ocoteculco y alma de un movimiento que reivindicaba la primacía de Tlaxcala como primera sede del cristianismo novohispano y como patria de estos protomártires mexicanos. La obra de Yllanes muestra un fuerte apego a la narración del cronista franciscano. A la izquierda del cuadro se cuenta el martirio de Cristóbal, hijo de un noble de Tizatlán que recibió la muerte de manos de su padre, porque destruía sus ídolos y derramaba su pulque; instigado por una de sus esposas y por varios "vasallos", y bajo los efectos del alcohol, el cruel cacique golpeó a su hijo, lo arrojó a las brasas y (según una versión que no avala Motolinía) lo remató con una espada. Sobre la derecha se cuenta lo acontecido dos años después a otros dos niños: el noble Antonio de Ocoteculco y su sirviente Juan, educados en el convento de los franciscanos de Tlaxcala, quienes fueron muertos a palos en el pueblo de Cuauhtinchán por unos "sayones", por destrozar ídolos durante una campaña misional del dominico fray Bernardino Minaya. La narración plástica, como la de Motolinía, está llena de candidez.

El tema ya había sido tratado en un lienzo de la antesacristía de Atlihuetzía y en la portería del convento de Ozumba, pero en la segunda mitad del siglo XVIII se convirtió en una de las escenas más representadas en el ámbito tlaxcalteca. Las nuevas representaciones estaban avaladas por una rica hagiografía que se estaba reactivando en la segunda mitad del siglo XVIII, además de la segunda edición de Torquemada en 1723, que reseñaba la narración de Motolinía con eruditas digresiones. En 1745 Manuel Loayzaga, en su historia sobre las apariciones de la Virgen de Ocotlán, dedicó dos capítulos al martirio de esos niños que habían "alfombrado de rosas" el terreno donde María hizo su aparición. Loayzaga llama a Cristóbal "protomártir de la América en el abril de su edad" y compara a Antonio y a Juan con "los del signo de Géminis, dos luceros que podían pasar por soles al desvanecer las tinieblas de la idolatría y superstición con sus brillos".

En 1791 salía también una pequeña obra traducida del náhuatl al castellano sobre el mismo hecho. El tema también tuvo una gran trayectoria en la plástica, como lo muestran las monumentales pinturas en los medios puntos del templo de Atlihuetzía (realizadas entre 1795 y 1801), y que están inspiradas en la composición de Yllanes. En tales cuadros, los tlaxcaltecas se muestran a sí mismos como un pueblo señalado por la providencia en el inicio de la evangelización y no sólo como aliados indispensables de los españoles en la toma de Tenochtitlan y en la conquista militar del territorio. Pero ¿por qué era necesario hacer patente tales hechos a fines de la centuria de las luces?, ¿por qué en una época en la cual no era viable abrirles a tales mártires un proceso de beatificación en Roma? La respuesta debemos encontrarla en la situación por la que pasaban las comunidades indígenas, apremiadas por una política religiosa que limitaba muchas de sus antiguas prerrogativas".


(Título de la obra) La aparición del arcángel san Miguel del Milagro a Diego Lázaro, en Licencia para las pinturas del templo parroquial de San Simón Yehualtepec. Manuscrito inédito, 1790-1791  Imagen localizada en el catálogo de la exposición página 204

(Título de la obra) La aparición de la Virgen de Ocotlán a Juan Diego, en Licencia para las pinturas del templo parroquial de San Simón Yehualtepec. Manuscrito inédito, 1790-1791  Imagen localizada en el catálogo de la exposición página 207

(Título de la obra) La predicación del apóstol santo Tomás en Tlaxcala o la introducción de la devoción a la Cruz, en Licencia para las pinturas del templo parroquial de San Simón Yehualtepec. Manuscrito inédito, 1790-1791 Imagen localizada en el catálogo de la exposición página 224

Descripción:

"Este cuadro, junto con las demás glorias tlaxcaltecas, se exhibía en la capilla Real de los Naturales, como una del sistema de intendencias, no sólo se les quiso desconocer sus privilegios, sino que se pretendía borrarlos del mapa político, al incorporar a Tlaxcala como partido de Puebla. Más allá de esta coyuntura, el mensaje más trascendente jamás había sido expuesto visualmente a lo largo de la historia novohispana".



Descripción

Se trata de un manuscrito en fojas de un cuarto (una de ellas sellada para los años de 1790 y 1791), cosido, empastado en papel preparado y acompañado de cuatro acuarelas realizadas con gran soltura, viveza, colorido y a plana entera, y cuyos temas aparecen en el siguiente orden:

(1) La aparición de Nuestra Señora la Virgen de Ocotlán al indio Juan Diego

En medio de un paisaje accidentado y el desgarre de la gloria celestial, aparece la

Virgen de Ocotlán con su manto ampón, posada sobre una luna menguante con los cuernos hacia arriba, coronada y agraciada por una aureola de once querubines y cuatro más que revolotean entre las nubes. Su peana la componen cuatro ángeles tenantes que le impiden hollar el suelo. Con un brazo repliega su manto y con el otro, en actitud admonitoria, se dirige a Juan Diego que, en posición genuflecta, actitud devota y descubierta la cabeza, la contempla extasiado. El indio viste una tilma y sayal rayado y se distingue por el casquete rapado usual de los indígenas cristianizados. A sus espaldas se encuentra el tronco horadado y escaso de ramas de un ocote (donde sería hallada la imagen); a su vera, un manantial y un cántaro; al calce de la obra, el escudo con las armas pontificias.

Comentario

El expediente y sus ilustraciones recogen los sucesivos pasos jurídicos que el cura cacique del pueblo de San Simón Yehualtepec (14 kilómetros al sureste de su cabecera, Tecamachalco), tuvo que dar para obtener del juzgado eclesiástico del obispado de Puebla la licencia que le permitiera colocar, en el interior de su templo parroquial, cuatro lienzos al óleo, rotulados con inscripciones, y con los temas mencionados en la descripción. Los documentos son los siguientes: a) el nombra miento de su representante legal; b) la formulación del auto; c) la certificación de las copias de las pinturas; d) el pedimento razonado del párroco; e) el decreto del provisor del obispado de Puebla; f) la respuesta del maestro de ceremonias y ritos de la catedral de Puebla; g) la licencia del canónigo penitenciario, sede vacante; h) la validación notarial de la licencia en Tlaxcala, e i) el acta de recepción final de la licencia en el curato de Yehualtepec. A éstos hay que agregar los traslados acuarelados y la transcripción íntegra de sus inscripciones al calce.

  Estos papeles permiten reconstruir un caso singular de patrocinio indígena. El solicitante era el licenciado don Ignacio Faustinos Mazihcatzin, descendiente de uno de los más viejos linajes tlaxcaltecas, los reyes de Ocotelulco, orgullosos de su decidida y primada colaboración en la empresa de la conquista cortesiana. Este cura había llamado al artista poblano José Manuel Yllanes para que, bajo sus preceptos, realizara este ciclo pictórico que estaría ubicado de la siguiente manera: las dos apariciones en ambos lados del presbiterio y los dos cuadros históricos en el sotocoro. Por entonces Yllanes gozaba ya del título de "pintor de cámara del Nobilísimo Ayuntamiento de la Ilustrísima Ciudad de Tlaxcala", habida cuenta de otros servicios para esa comunidad como fueron, entre los más importantes, la copia del famoso "códice" el Lienzo de Tlaxcala por encargo del hermano de don Ignacio. El conjunto fue desmembrado en fecha desconocida y hoy sólo dos de los cuatro lienzos originales han sido localizados: el de santo Tomás en la sacristía de la basílica de Ocotlán y el del martirio de los infantes en la curia episcopal de Tlaxcala.

  Con un innegable énfasis localista y glorioso, Yllanes ejecutó cuatro obras de iguales dimensiones pero de composición muy diversa y diferenciada. Sin embargo, en el contexto familiar del clérigo Mazihcatzin, el programa iconográfico respondía a dos motivaciones personales del comitente: destacar la antigua genealogía cristiana de la casa Mazihcatzin y ensalzar las glorias espirituales de la República de Tlaxcala, a la que llamaba "su patria".

En efecto, la serie compuesta de cuatro episodios se inscribe en un fenómeno regional mucho más amplio de restitución histórica e indocristiana. Debe hacerse notar que el mentor pensó en una disposición cardinal, a modo de señalar los cuatro "baluartes" de la fe evangélica en aquella jurisdicción diocesana, que por muchos motivos era rival de la de México. Nada menos que con la figura fundadora de santo Tomás al frente, aquella República deseaba magnificar sus logros y contribuciones a la cristianización del mismo modo que lo había hecho para la conquista militar, conforme ya lo narraba en el Lienzo de Tlaxcala. La sangre derramada de los niños conversos por los misioneros y las respectivas epifanías de la Virgen María y del Príncipe de la Corte Celestial a un indio "terrasguero", o peón de la casa Mazihcatzin y a otro natural principal de ese mismo linaje, eran una suerte de episodios complementarios entre sí y probatorios de aquel mensaje apostólico: la implantación de la devoción a la cruz por el enviado directo de Jesús y por vez primera en toda América, cosa que había tenido lugar durante el siglo I de nuestra era.

  Así, en el origen mismo de la propagación evangélica había estado presente el linaje del mecenas. Al apropiarse del mito santo Tomás-Quetzalcóatl (corriente en la Nueva España desde la segunda mitad del siglo XVII), Mazihcatzin se hacía de una visión universalista de la historia local, incluyente, y donde "su patria", Tlaxcala, hacía las veces de un pueblo escogido en América.

  Esta extravagante formulación plástica que linda con la heterodoxia no tiene parangón en toda la iconografía hispanoamericana. No se olvide que tres años después se pronunciaría el "sermón del escándalo" en la Colegiata de Guadalupe y que, el sostener la misma tesis mítica de santo Tomás apostólico, le costaría a fray Servando Teresa de Mier la prisión y el exilio.

  Los testimonios historiográficos de Diego Muñoz Camargo, Motolinía, Francisco de Florencia y Manuel Loayzaga Mazihcatzin acerca de estos distintos hechos o tradiciones, no sólo permiten identificar mejor las composiciones aludidas sino establecer la relación que indudablemente tuvieron con la política de los años en que fueron ejecutadas. El crepúsculo del siglo XVIII significó para las comunidades del altiplano un desmantelamiento abrupto de sus antiguas estructuras de poder, ante la reorganización del Estado borbónico. Era necesario recordarles sus motivos de orgullo. En suma: hay que reconocer que en cada episodio pintado por Yllanes, la República de Tlaxcala elabora una suerte de "relación de méritos", ya gloriosos o apostólicos, en donde de manera preferente participa la genealogía de los Mazihcatzin, señores del reino de Ocotelulco, uno de los cuatro que componían aquella República confederada.

  Según la tradición, la mariofanía de Ocotlán tuvo lugar en 1541 en una barranca del cerro de san Lorenzo. El portento sirvió para aliviar a los indígenas de la peste de viruela: la Virgen obsequió entonces a los afectados un manantial de aguas milagrosas y el indio Juan Diego la distribuía con su cántaro siguiendo puntualmente sus órdenes. También le anunció que su imagen en bulto sería encontrada en ese bosque de ocotal como una señal de amparo para los desvalidos y en lo venidero.

  Las apariciones de san Miguel del Milagro, por su parte, tuvieron por teatro el barrio de san Bernabé Yezotitlán del pueblo de Nativitas y el beneficiado fue el joven Diego Lázaro en el año de 1631 (se dice que era descendiente directo del senador Lorenzo Mazihcatzin, el primero que se alió con Cortés). Las angelofanías también fueron el anuncio de un nuevo manantial de aguas curativas, allí brotadas para contrarrestar la epidemia de cocolixtli o tabardillo. Algunos familiares de Diego Lázaro también fueron testigos de uno de los cuatro prodigios aparicionistas: cuando el arcángel se elevó al cielo envuelto en el estruendo y los vientos de un torbellino.

  El martirio del niño Cristóbal fue ejecutado por mano de su mismo padre Acxotecatl, un principal y capitán de Atlihuetzía, dado a la embriaguez y la idolatría, y a quien su hijo reprendía por su conducta. Fue apaleado, quemado y herido en el pecho por una espada ante el llanto y la desesperación de su madre. Juan y Antonio (nieto este último del senador Xicoténcatl), pertenecientes al reino de Ocotelulco, murieron apaleados por los naturales idólatras de Cuauhtinchan mientras servían de "ayudas" a los frailes dominicos. Los tres habían sido educados en la fe apostólica en el convento de San Francisco deTlaxcala.

  La Licencia para las pinturas del templo parroquial de San Simón Yehualtepec, inestimable testimonio histórico-artístico, excepcional por sus composiciones originales y su patrocinio indocristiano, fue ofrecido en venta en 1994 por el anticuario poblano Jorge Carretero Madrid, quien lo tenía comisionado por sus propietarios originales. Fue adquirido para el Museo Nacional de Arte por medio del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes en 199J.

Inscripciones

1.

La Santissima Virgen María, que con el Sagrado Título de Ocotlán venera por su patrono,

y abogada la principal antigua y solariega casa de Faustinos Mazihcatzin y Calmecahua,

cuia apariciónjue hecha aljelissisimo Indio Juan Diego terrasquero de la Referida Casa, Natural del pueblo de Santa Isabel nominado Xiloxoutlan al Barrio de Tlamaoco.

  En [...] jurada por la mui noble Insigne y siempre leal ciudad de Tlaxcala, y por esta

Prov." de Tepeaca que [...] la adora en su sumtuoso santuario estramuros de ella. Y humildemente pone este siendo ¡a devoción del LicP0 Dn. Ignacio Faustinos Mazihcatzin cazique principal cura propio de esta Parroquia y antes de la de Sn. Sn.tiago Tehuipango, caballero de la mui ilustre cavezera de Ocotelulco, primera de las quatro que componen la insigne República de Tlaxcala su Patria.

 

2.

Fue aparecido el gloriosísimo Arcángel S. Sn. Miguel el día 7 de mayo del año de 1637 al

Jelisísimo indio Diego Lázaro de Sn. Fran.co Mazihcatzin Ximénes descendiente del gran señor Dn. Lorenzo Mazihcatzin natural del pueblo de Sn. Bernavé Yezotitlanfeligresía de la

Parroquia de nuestra Sa. siempre Virgen Ma., con el título de su Natividad Santíssima en

Prov". de la mui noble, insigne y siempre Leal Ciudad de Tlaxcala, la mas principal de esta nueva España perteneciente a la mui ilustre cavezera de Quiahuiztlan tercera de las quatro que componen su insigne República y se coloco este lienzo en esta parroquia por devoción del cura propio de ella Lic.Do Dn. Ig nació Faustinos Mazihcatzin cazique principal cavallero de la mui ilustre cavezera de Ocotelulco primera de las quatro que componen la insigne República de Tlaxcala su Patria.

 

3.

Savido es que el Glorioso Apostol Sn. Sto. Thomas predicó en esta América Septentrional, y heredada noticia entre los tlaxcaltecas, que hizo mención en sus tierras con cuya predicación quedo por antigua tradición en estos el adoren la Santa Cruz (A) como lo vieron y admiraron los primeros españoles que al Reyno vinieron, invocándola p. el Dios Tlaloc, Dios de la lluvia, y al Sto. Apostol llamaron en su alto metafórico Idioma, Quetzalcohuatl, esto es pájaro culebra dando a entender por el pájaro, la velocidad conque de tierras tan extrañas havia venido a las suias,y por la culebra, el prudente tiento de la ley que iva predicando, la que mi presiosa [...] de las ricas plumas del Pájaro Quetzalli, que como tan galanas ellos apreciaban en infinito: La primera Iglesia que en Tlaxcala hubo,Jue dedicada a S. S. Thomas (B) cuias paredes hasta este dia existen Año v I789, todos losjieles alabamos a Dios de que nos haya traido al gremio de nuestra Sta. Fee Católica,y al Sto. Apostol roguemos que por su interceción se convierta a ella todos los Fieles Idolatras, Paganos y Herejes, Amen (A) [...] Idea de su hijo general (B) Padre Rangel en su injormación Jurídica impresa en el año 1582.

 

4.

Los Jelissisimos niños Caziques tlaxcaltecas Dn Christobal Alxotecatl martirizado [...] su padre el Cap. Gral. Alxotecatl porque le quebraron los Idolos y le [...] la Idolatría Dn Antonio Xicotencatl Nieto p. linea recta del gran Senador Dn Vicente Xicotencatl,y el niño Dn. Juan martirizado (p. que quebraban los Idolos y defendían la Fee de Jesuschristo) a palos y pedradas por los naturales del Pueblo de Cuautinchan entonces de esta Pro.va de Tepeaca, cavalleros de los mui [...] cavezera de Ocotelulco y Tizatlan, primera y segunda de las quatro que componen la insigne República de la mui Noble, Insigne y siempre leal ciudad de Tlaxcala, la mas principal de esta M.y mas que dichosa por haber dado tales hijos que en tan tierna hedad con ferviente Zelo, perdieran sus vidas en defensa de nuestra Fee Catholica. Esta sea ensalsada p. toda eternidad. De sus martirios escribieron el P. J.Juan Baptista Guardian del Colegio de Tlatelulco de México y el Lic. Dn. Manuel de Loaisaga y Mazihcatzin Capellan del Santuario de Ocotlany novísimamente el eminentísimo Sr. arzovispo de México y de Toledo primado de las Españas, Dn Feo Antonio Lorenzana, en la tersera carta que imprimió de Hernán Cortezjol # 208, numero 9° Año de 1770.

Eme Veroz = Tecalco=, y=vale=.