En el primer plano una reja demarca el espacio interior comprimido en el que se desarrolla la escena. Dos figuras alegóricas femeninas enmarcan, a cada lado, un lienzo que ocupa el centro y casi la totalidad de la composición. Delante de éste, una figura masculina ataviada con camisa blanca de cuello marinero, de espaldas al espectador, pinta la figura de un caballo. Sobre su brazo izquierdo recarga una paleta de pintor mientras que con la derecha sostiene el pincel. A su lado, ocupando la parte derecha de la obra, se repite otra figura igualmente corpulenta pero con el torso desnudo.
Al fondo de la composición, detrás del gran lienzo sobre el lado izquierdo, se deja ver una columna de fuste estriado sobre cuyo capitel descansa una esfera; delante de ésta y tras el lienzo, asoma parte del cuerpo de un hombre que permanece sentado y de perfil.
En la parte inferior de la tela, dos bustos de apariencia casi escultórica, uno de frente y otro de perfil, flanquean los extremos de la base del cuadro.
En Pintura infantil, conocida también como Musas de la pintura, se hace patente la preocupación de Tamayo por reflexionar y recrear el proceso de creación artística, tema que tanto interesó al pintor. La composición es sumamente compleja en virtud de que elementos superpuestos y acciones simultáneas conforman un mismo espacio donde se establece el juego de un cuadro que refiere a otro, la pintura dentro de la pintura.
En un espacio interior se representa a la imaginación, personificada por dos musas cuya forma parece provenir de la imaginería popular, en particular de los ángeles de lámina recortada. Ambas figuras sostienen y enmarcan un lienzo sobre el que pinta un niño artista con camisa de marinero, sentado de espaldas, como si debiera ignorar su entorno. A su lado se presenta una figura gemela que aparece desnuda con el objeto de que su piel sensible perciba el exterior. Una guitarra, motivo poético recurrente a través de toda la producción plástica de Tamayo, une a los dos personajes. El niño artista, con pincel en mano, se encuentra frente a un gran lienzo que abarca la totalidad de su campo visual. Uno de los ángeles muestra el mundo al joven pintor, representado por una esfera de cristal que pende de un hilo. Puesto que para Tamayo la pintura es creación y no imitación, sobre el lienzo aparece la figura de un caballo de rasgos sintéticos, semejante a los que por entonces realizaba María Izquierdo, compañera del artista por esos años.
Pintura infantil fue la primera obra de tipo alegórico que realizó Tamayo, pero durante la primera mitad de la década de los treinta fue un recurso al que recurrió constantemente: Llamada de la Revolución, Venus fotogénica, Homenaje a Juárez y Homenaje a Zapata por mencionar algunas.
Al igual que el resto de sus pinturas resguardadas el Museo Nacional de Arte, esta tela perteneció a Olga y Rufino Tamayo, hasta la década del setenta cuando decidieron vender al Instituto Nacional de Bellas Artes una importante remesa de su colección particular la cual incluía piezas muy selectas que caracterizaban las diferentes etapas del trabajo del pintor.
Pilar García
BIBLIOGRAFIA FUNDAMENTAL
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Tibol, Raquel. Textos de Rufino Tamayo. Recopilación. Coordinación de Difusión Cultural, Dirección de Literatura, Universidad Nacional Autónoma de México, México, 1987.
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De la Torre, Rubén. "Un amable rincón del arte". Sin referencia, en el Archivo de la Galería de Arte Mexicano.
Archivo Histórico de la Secretaría de Educación Pública.
Archivo Rufino Tamayo, Museo de Arte Contemporáneo Internacional Rufino Tamayo, INBA.