En 1910, Diego Rivera se encontraba en París gracias a la beca otorgada desde 1907 por el gobierno de Veracruz. Una de las formas para acercarse y conocer la pintura europea fue a través de las visitas a museos; por ello, ese año se dedicó a estudiar en el Museo del Louvre la obra de los grandes maestros. Con ese mismo  fin, en el verano de ese mismo año viajó a la región de Bretaña, donde pintó el óleo Después de la tormenta. ¿ En esta obra, conocida también como Barco derribado o El naufragio, Rivera se aproximó a los pintores románticos, ya que elaboró un paisaje tranqulo, justo después de una tormenta. La figura  humana es pequeña, casi insignificante en contraposición con las fuerzas destructoras de la naturaleza. ¿ En el lado derecho de la composición se aprecian los despojos de un barco de madera vencido por la tempestad y a la izquierda, una mujer bretona cuya figura marca la escala dentro del conjunto. Mediante el uso de diagonales ascendentes, el pintor guía la mirada del espectador rumbo al camino por donde transita la mujer, para continuar con los árboles del segundo plano y culminar en el cielo que ocupa gran parte de la tela. Con fuertes contrastes lumínicos, es de notar los oscuros nubarrones de los extremos, así como el colorido de las nubes matizadas en diferentes tonalidades que van desde los lilas hasta los rosados y logran un efecto de tranquilidad. ¿ Esta pieza y Muchacha bretona son las dos últimas obras que realizó el pintor durante su primera estancia en Europa. Ambas fueron presentadas junto con otros trabajos europeos del artista guanajuatense en la Escuela Nacional de Bellas Artes, en noviembre de 1910. ¿ Después de la tormenta formó parte del lote que compró la Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes, con el fin de enriquecer las galerías de la antigua Academia de San Carlos. En el año 1982 ingresó al MUNAL como parte del acervo constitutivo.

Ana Celia Villagómez

Un barco de madera yace destruido en la orilla de la playa.  Sobre el lado inferior izquierdo, la pequeña figura de una mujer que viste un largo vestido negro y cofia blanca a la usanza bretona, camina hacia el centro de la composición sobre una quebrada vereda de terracería iluminada desde la costa.  Tras este primer plano se despliega una amplia colina sobre la que se trazan dos diagonales paralelas de frondosos árboles que se proyectan hacia el horizonte y a la parte central de la obra.  Un cielo turbulento, obscuro en los extremos y luminoso en la parte central ocupa casi la mitad superior de la tela.  A pesar de los fuertes contrastes, una luz rosada matiza todo el paisaje.

El barco demolido se mostró al público mexicano en la primera exposición individual de Rivera, llevada a cabo en la Escuela Nacional de Bellas Artes en 1910.  En esa ocasión presentó las obras realizadas durante su estancia europea, de febrero de 1907 a octubre de 1910.

En tema, El barco demolido se encuentra muy cercano a la obra de los paisajistas románticos quienes se hicieron preferidos entre los pintores simbolistas.  Al igual que ellos, Rivera representa un paisaje desolado, arrasado por la tormenta, en donde la presencia humana se hace pequeña ante la magnitud de la naturaleza.  Como en pocos de sus paisajes de esta etapa, Rivera, vuelve a introducir, a la manera de Turner y Friedrich, la figura humana.  La pequeña efigie de una mujer bretona con su atuendo típico, establece la escala en un inmenso paisaje atmosférico, resuelto a la manera tradicional y recordando en cierto modo a algunas de las vistas panorámicas y composiciones de quien fuera su admirado maestro mexicano José María Velasco, ferviente seguidor de la veta romántica del paisaje.  Pero la falta de linealidad y la pincelada abierta sobre todo en el tratamiento del cielo, recuerda "especialmente a  Millet".  Antes de marcharse a Europa, hacia 1906, Rivera había pintado un óleo similar titulado En el puerto de Veracruz, que estuvo presente en la Exposición organizada por la Revista Savia Moderna en mayo de 1906.  Aunque con otro sentido, entonces también plasmó un desolado barco que ocupaba parte importante del paisaje marino.

Actualmente el Museo Nacional de Arte conserva algunas de las mejores obras de la juventud de Rivera, realizadas antes de sus 25 años y que mejor caracterizan su primer período europeo.  Este lienzo formó parte del lote de siete piezas que la Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes adquirió en 1911, al término de su exposición individual (La casa sobre el puente, Muchacha bretona, El valle de Amblés, Nuestra señora tras la bruma, La hora tranquila y la Vieja de Chateoulin), con el objeto de enriquecer las Galerías de la Escuela Nacional de Bellas Artes.  Se conserva el registro de un dibujo acuarelado que Rivera realizó sobre una tarjeta postal con la misma composición y que al parecer sirvió de boceto para realizar el óleo.  Ingresó al Museo Nacional de Arte como parte de su acervo constitutivo.

Pilar García

BIBLIOGRAFIA FUNDAMENTAL

Archivo de la Antigua Academia de San Carlos. 1910, exp.15 y 1911, exp. 50, 31.

De la Torriente, Loló.  Memoria y razón de Diego Rivera. Editorial Renacimiento, México, 1959, pág. 331.

Favela, Ramón.  El joven e inquieto Diego María Rivera (1907-1910).  Editorial secuencia, Museo Estudio Diego Rivera, INBA, México, 1991.

Ramírez, Fausto.  "Hacia la gran exposición del Centenario de 1910:  el arte mexicano en el cambio de siglo". en 1910 el arte en un año decisivo.  Catálogo de exposición, Museo Nacional de Arte, mayo-julio, 1991.

Ramírez, Fausto.  "Tradición y modernidad en la Escuela Nacional de Bellas Artes 1903-1912", en Las Academias de Arte, Instituto de Investigaciones Estéticas, Universidad Nacional Autónoma de México, México, 1985.