En la mitología cristiana la figura de la Inmaculada Concepción de María es uno de los más populares, especialmente en los países católicos. Cuando nos referimos a este episodio iconográfico no se está representando la imagen de María como madre virgen de Cristo, al que concibe sin intervención de varón, sino a su propia concepción, en la que queda libre del pecado original, al contrario que cualquier otro ser humano.
La iconografía de la imagen en la expresión artística se perfila a través de un pasaje del Apocalipsis de San Juan que describe a una “mujer vestida de sol, con la luna debajo de sus pies y en la cabeza una corona de doce estrellas”. Desde entonces la iconografía se completó con otra serie de atributos. Así, los elementos que las Letanías repetían: sol, luna, estrella, puerta del cielo, lirio entre espinas, espejo sin mancha, huerto cerrado… símbolos todos ellos de su pureza virginal. Sin olvidar que a veces aparece la tierra y la serpiente, símbolos del pecado original que la virgen no padeció. Además el sol, la luna y las estrellas eran símbolos del saber, lo que venía a explicar que la concepción inmaculada de María lo fue con plena sabiduría. La iconografía se completa en ocasiones con querubines que portan los atributos marianos: las azucenas como símbolo de pureza, las rosas de amor, la rama de olivo como símbolo de paz y la palma representando el martirio.
En algunos tratados, como en el “Arte de la pintura” de Francisco Pacheco (1649), se añade también que la Virgen debe de representarse “en la flor de su edad, de doce a trece años, hermosísima niña…nariz y boca perfectísima y rosadas mejillas, los bellísimos cabellos tendidos, de color de oro”.
EL lienzo ovalado, recupera en su mayoria los simbolos iconograficos antes mencionados, una virgen niña posada sobre la media luna y la serpiente, rodeada por los angeles bajo el rompimiento de gloria; observa a dos hombres que a su vez la contemplan; uno de ellos sotiene un espejo. El fondo de la imagen es un paisaje de nubes que en la parte superior central retrata una paloma blanca, simbolo del espiritu santo, que hace referencia al dogma cristiano de la concepción sin pecado de la Virgen María.